Page 237 - Drácula
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Drácula de Bram Stoker


                         —Y sin embargo, hace una semana que está muerta. La
                  mayor parte de la gente no tendría ese aspecto después de tan
                  to tiempo...
                         Para esto no tenía respuesta y guardé silencio. Van Hel
                  sing no pareció notar mi silencio; por lo menos no mostró ni dis
                  gusto ni triunfo. Estaba mirando atentamente el rostro de la
                  muerta; levantó los párpados, la miró a los ojos y, una vez más,
                  le separó los labios y examinó sus dientes. Luego, se volvió
                  hacia mí, y me dijo:

                         —Aquí hay algo diferente a todo lo conocido; hay alguna
                  vida dual que no es como las comunes. Fue mordida por el
                  vampiro cuando estaba en un trance, caminando dormida. ¡Oh!,
                  se asombra usted. No sabe eso, amigo John, pero lo sabrá más
                  tarde; y en trance sería lo mejor para regresar a tomar más san
                  gre. Ella murió en trance, y también en trance es una "nomuer
                  ta". Por eso es distinta a todos los demás.

                         Generalmente, cuando los "nomuertos" duermen en ca
                  sa —y al hablar hizo un amplio ademán con los brazos para
                  designar lo que para un vampiro era "casa" su rostro muestra lo
                  que son, pero éste es tan dulce, que cuando ella es "nomuerta"
                  regresa a la nada de los muertos comunes. Vea; no hay nada
                  aparentemente maligno aquí, y es muy desagradable que yo
                  tenga que matarla mientras duerme.

                         Esto me heló la sangre, y comencé a darme cuenta de
                  que estaba aceptando las teorías de van Helsing; pero si ella
                  estaba realmente muerta, ¿qué había de terrorífico en la idea de
                  matarla? Él levantó su mirada hacia mí, y evidentemente vio el
                  cambio en mi cara, pues dijo casi alegre:
                         —¡Ah! ¿Cree usted ahora?
                         Respondí:

                         —No me presione demasiado. Estoy dispuesto a acep
                  tar. ¿Cómo va a hacer usted este trabajo macabro?
                         —Le cortaré la cabeza y llenaré su boca con ajo, y atra
                  vesaré su corazón con una estaca.
                         Me hizo temblar pensar en la mutilación del cuerpo de la
                  mujer que yo había amado. Sin embargo, el sentimiento no fue
                  tan fuerte como lo hubiera esperado. De hecho, comenzaba a
                  sentir repulsión ante la presencia de aquel ser, de aquella





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