Page 238 - Drácula
P. 238
Drácula de Bram Stoker
"nomuerta", como lo había llamado van Helsing, y a detestarlo.
¿Es posible que el amor sea todo subjetivo, o todo objetivo?
Esperé un tiempo bastante considerable para que van
Helsing comenzara, pero él se quedó quieto, como si estuviese
absorto en profundas meditaciones. Finalmente, cerró de un
golpe su maletín, y dijo:
—Lo he estado pensando, y me he decidido por lo que
considero lo mejor. Si yo actuara simplemente siguiendo mi in
clinación, haría ahora, en este momento, lo que debe hacerse;
pero otras cosas seguirán, y cosas que son mil veces más difíci
les y que todavía no conocemos. Esto es simple. Ella todavía no
ha matado a nadie, aunque eso es cosa de tiempo; y el actuar
ahora sería quitar el peligro de ella para siempre. Pero luego
podemos necesitar a Arthur, ¿y cómo le diremos esto? Si usted,
que vio las heridas en la garganta de Lucy, y vio las heridas tan
similares en el niño, en el hospital; si usted, que vio anoche el
féretro vacío y lo ha visto hoy lleno, con una mujer que no sólo
no ha cambiado sino que se ha vuelto más rosada y más bella
en una semana después de muerta, si usted sabe esto y sabe
de la figura blanca que anoche trajo al niño al cementerio, y sin
embargo, no cree a sus propios sentidos, ¿cómo entonces pue
do esperar que Arthur, quien desconoce todas estas cosas,
crea? Dudó de mí cuando evité que besara a la moribunda. Yo
sé, que él me ha perdonado, pero creyendo que por ideas equi
vocadas yo he hecho algo que evitó que él se despidiera como
debía; y puede pensar que debido a otro error esta mujer ha sido
enterrada viva; y en la más grande de todas las equivocaciones,
que la hemos matado. Entonces argüirá que nosotros, los equi
vocados, somos quienes la hemos matado debido a nuestras
ideas; y entonces se quedará muy triste para siempre. Sin em
bargo, nunca podrá estar seguro de nada, y eso es lo peor de
todo. Y algunas veces pensará que aquella a quien amaba fue
enterrada viva, y eso pintará sus sueños con los horrores que
ella debe haber sufrido; y otra vez, pensará que pueda ser que
nosotros tengamos razón, y que después de todo, su amada era
una "nomuerta". ¡No! Ya se lo dije una vez, y desde entonces yo
he aprendido mucho. Ahora, desde que sé que todo es verdad,
cien mil veces más sé que debe pasar a través de las aguas
amargas para llegar a las dulces. El pobre muchacho, debe te
ner una hora que le hará parecer negra la faz del mismo cielo;
luego podremos actuar decisivamente y a fondo, y ponerlo en
paz consigo mismo. Me he decidido. Vámonos. Usted regrese a
su casa, por la noche, a su asilo, y vea que todo esté bien. En
237