Page 244 - Drácula
P. 244

Drácula de Bram Stoker


                  escucharlo? No se permita siquiera volver a pensar en tal profa
                  nación. No le daré mi consentimiento en absoluto. Tengo el de
                  ber de proteger su tumba de ese ultraje. ¡Y les prometo que voy
                  a hacerlo!
                         Van Helsing se levantó del asiento en que había perma
                  necido sentado durante todo aquel tiempo, y dijo, con gravedad
                  y firmeza:
                         —Lord Godalming, yo también tengo un deber; un deber
                  para con los demás, un deber para con usted y para con la
                  muerta. ¡Y le prometo que voy a cumplir con él! Lo único que le
                  pido ahora es que me acompañe, que observe todo atentamente
                  y que escuche; y si cuando le haga la misma petición más ade
                  lante no está usted más ansioso que yo mismo porque se lleve a
                  cabo, entonces... Entonces cumpliré con mi deber, pase lo que
                  pase. Después, según los deseos de usted, me pondré a su
                  disposición para rendirle cuentas de mi conducta, cuando y don
                  de usted quiera —la voz del maestro se apagó un poco, pero
                  continuó, en tono lleno de conmiseración—: Pero le ruego que
                  no siga enfadado conmigo. En el transcurso de mi vida he tenido
                  que llevar a cabo muchas cosas que me han resultado profun
                  damente desagradables, y que a veces me han destrozado el
                  corazón; sin embargo, nunca había tenido una tarea, tan ingrata
                  entre mis manos. Créame que si llegara un momento en que
                  cambiara usted su opinión sobre mí, una sola mirada suya borra
                  ría toda la tristeza enorme de estos momentos, puesto que voy a
                  hacer todo lo humanamente posible por evitarle a usted la triste
                  za y el pesar. Piense solamente, ¿por qué iba a tomarme tanto
                  trabajo y tantas penas? He venido desde mi país a hacer lo que
                  creo que es justo; primeramente, para servir a mi amigo John, y,
                  además, para ayudar a una dama que yo también llegué a amar.
                  Para ella, y siento tener que decirlo, aun cuando lo hago para un
                  propósito constructivo, di lo mismo que usted: la sangre de mis
                  venas. Se la di, a pesar de que no era como usted, el hombre
                  que amaba, sino su médico y su amigo. Le consagré mis días y
                  mis noches... antes de su muerte y después de ella, y si mi
                  muerte puede hacerle algún bien, incluso ahora, cuando es un
                  "muerto vivo", la pondré gustosamente a su disposición.

                         Dijo esto con una dignidad muy grave y firme, y Arthur
                  quedó muy impresionado por ello. Tomó la mano del anciano y
                  dijo, con voz entrecortada:
                         —¡Oh! Es algo difícil de creer y no lo entiendo. Pero, al
                  menos, debo ir con usted y observar los acontecimientos.



                                             243
   239   240   241   242   243   244   245   246   247   248   249