Page 246 - Drácula
P. 246

Drácula de Bram Stoker


                  silencio. Van Helsing retiró la tapa de plomo y todos nosotros
                  miramos y retrocedimos.
                         ¡El féretro estaba vacío!
                         Durante varios minutos, ninguno de nosotros pronunció
                  una sola palabra. El silencio fue interrumpido por Quincey Mo
                  rris:
                         —Profesor, he respondido por usted. Todo lo que deseo
                  es su palabra... No haría esta pregunta de ordinario..., deshon
                  rándolo o implicando una duda; pero se trata de un misterio que
                  va más allá del honor o el deshonor. ¿Hizo usted esto?
                         —Le juro por todo cuanto considero sagrado que no la
                  he retirado de aquí, y que ni siquiera la he tocado. Lo que suce
                  dió fue lo siguiente: hace dos noches, mi amigo Seward y yo
                  vinimos aquí... con buenos fines, créanme. Abrí este féretro, que
                  entonces estaba bien cerrado, y lo encontramos como ahora,
                  vacío. Entonces esperamos y vimos una forma blanca que se
                  dirigía hacia acá, entre los árboles. Al día siguiente volvimos
                  aquí, durante el día, y vimos que el cadáver reposaba ahí. ¿No
                  es cierto, amigo John?
                         —Sí.

                         —Esa noche llegamos apenas a tiempo. Otro niñito fal
                  taba de su hogar y lo encontramos, ¡gracias a Dios!, indemne,
                  entre las tumbas. Ayer vine aquí antes de la puesta de sol, ya
                  que al ponerse el sol pueden salir los "muertos vivos". Estuve
                  esperando aquí durante toda la noche, hasta que volvió a salir el
                  sol; pero no vi nada. Quizá se deba a que puse en los huecos de
                  todas esas puertas ajos, que los "no muertos" no pueden sopor
                  tar, y otras cosas que procuran evitar. Esta mañana quité el ajo y
                  lo demás. Y ahora hemos encontrado este féretro vacío. Pero
                  créanme: hasta ahora hay ya muchas cosas que parecen extra
                  ñas; sin embargo, permanezcan conmigo afuera, esperando, sin
                  hacer ruido ni dejarnos ver, y se producirán cosas todavía más
                  extrañas. Por consiguiente —dijo, apagando el débil rayo de luz
                  de la linterna—, salgamos.
                         Abrió la puerta y salimos todos apresuradamente; el pro
                  fesor salió al último y, una vez fuera, cerró la puerta. ¡Oh! ¡Qué
                  fresco y puro nos pareció el aire de la noche después de aque
                  llos horribles momentos! Resultaba muy agradable ver las nubes
                  que se desplazaban por el firmamento y la luz de la luna que se
                  filtraba de vez en cuando entre jirones de nubes..., como la ale



                                             245
   241   242   243   244   245   246   247   248   249   250   251