Page 250 - Drácula
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Drácula de Bram Stoker
que nos impresionó a todos los presentes, aun cuando las pala
bras no nos habían sido dirigidas. En cuanto a Arthur, parecía
estar bajo el influjo de un hechizo; apartó las manos de su rostro
y abrió los brazos. Lucy se precipitó hacia ellos; pero van Hel
sing avanzó, se interpuso entre ambos y sostuvo frente a él un
crucifijo de oro. La forma retrocedió ante la cruz y, con un rostro
repentinamente descompuesto por la rabia, pasó a su lado, co
mo para entrar en la tumba.
Cuando estaba a treinta o sesenta centímetros de la
puerta, sin embargo, se detuvo, como paralizada por alguna
fuerza irresistible. Entonces se volvió, y su rostro quedó al des
cubierto bajo el resplandor de la luna y la luz de la linterna, que
ya no temblaba, debido a que van Helsing había recuperado el
dominio de sus nervios de acero. Nunca antes había visto tanta
maldad en un rostro; y nunca, espero, podrán otros seres morta
les volver a verla. Su hermoso color desapareció y el rostro se le
puso lívido, sus ojos parecieron lanzar chispas de un fuego in
fernal, la frente estaba arrugada, como si su carne estuviera
formada por las colas de las serpientes de Medusa, y su boca
adorable, que entonces estaba manchada de sangre, formó un
cuadrado abierto, como en las máscaras teatrales de los griegos
y los japoneses. En ese momento vimos un rostro que reflejaba
la muerte como ningún otro antes. ¡Si las miradas pudieran ma
tar!
Permaneció así durante medio minuto, que nos pareció
una eternidad, entre el crucifijo levantado y los sellos sagrados
que había en su puerta de entrada. Van Helsing interrumpió el
silencio, preguntándole a Arthur.
—Respóndame, amigo mío: ¿quiere que continúe ade
lante?
Arthur se dejó caer de rodillas y se cubrió el rostro con
las manos, al tiempo que respondía:
—Haga lo que crea conveniente, amigo mío. Haga lo
que quiera. No es posible que pueda existir un horror como éste
—gimió.
Quincey y yo avanzamos simultáneamente hacia él y lo
cogimos por los brazos.
Alcanzamos a oír el chasquido que produjo la linterna al
ser apagada. Van Helsing se acercó todavía más a la cripta y
comenzó a retirar el sagrado emblema que había colocado en
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