Page 290 - Drácula
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Drácula de Bram Stoker
Se produjo una pausa bastante larga y, luego, dijo len
tamente:
—Entonces, supongo que deberé cambiar solamente el
modo en que he formulado mi petición. Déjeme que le ruegue
esa concesión..., don, privilegio, como quiera usted llamarlo. En
un caso semejante, me veo contento de implorar, no por motivos
personales, sino por amor de otros. No estoy en libertad para
facilitarle a usted todas mis razones, pero puede usted, se lo
aseguro, aceptar mi palabra de que son buenas, sanas y no
egoístas, y que proceden de un alto sentido del deber. Si pudiera
usted mirar dentro de mi corazón, señor, aprobaría de manera
irrestricta los sentimientos que me animan. Además, me contaría
usted entre los mejores y los más sinceros de sus amigos.
Nuevamente nos miró con ansiedad. Tenía el convenci
miento cada vez mayor de que su cambio repentino de método
intelectual era solamente otra forma o fase de su locura y, por
consiguiente, tomé la determinación de dejarlo hablar todavía un
poco, sabiendo por experiencia que, al fin, como todos los luná
ticos, se denunciaría él mismo.
Van Helsing lo estaba observando con una mirada de
extraordinaria intensidad, con sus pobladas cejas casi en contac
to una con la otra, a causa de la fija concentración de su mirada.
Le dijo a Renfield en un tono que no me sorprendió en ese mo
mento, pero sí al pensar en ello más adelante..., puesto que era
el de alguien que se dirigía a un igual:
—¿No puede usted decirnos francamente cuáles son
sus razones para desear salir del asilo esta misma noche? Estoy
seguro de que si desea usted satisfacerme incluso a mí, que soy
un extranjero sin prejuicios y que tengo la costumbre de aceptar
todo tipo de ideas, el doctor Seward le concederá, bajo su res
ponsabilidad, el privilegio que desea.
Renfield sacudió la cabeza tristemente y con una expre
sión de enorme sentimiento. El profesor siguió diciendo:
—Vamos, señor mío, piénselo bien. Pretende usted go
zar del privilegio de la razón en su más alto grado, puesto que
trata usted de impresionarnos con su capacidad para razonar.
Hace usted algo cuya cordura tenemos derecho a poner en du
da, debido a que no ha sido todavía dado de alta del tratamiento
médico a causa de un defecto mental precisamente. Si no nos
ayuda usted a escoger lo más razonable, ¿cómo quiere usted
que llevemos a cabo los deberes que usted mismo nos ha fija
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