Page 292 - Drácula
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Drácula de Bram Stoker


                  con látigos y cadenas; deje que me lleven metido en una camisa
                  de fuerza, maniatado y con las piernas trabadas con cadenas,
                  incluso a la cárcel, pero déjeme salir de aquí. No sabe usted lo
                  que hace al retenerme aquí. Le estoy hablando del fondo de mi
                  corazón..., con toda mi alma. No sabe usted a quién causa per
                  juicio, ni cómo, y yo no puedo decírselo. ¡Ay de mí! No puedo
                  decirlo. Por todo lo que le es sagrado, por todo lo que le es que
                  rido; por su amor perdido, por su esperanza de que viva, por
                  amor del Todopoderoso, sáqueme usted de aquí y evite que mi
                  alma se sienta culpable. ¿No me oye usted, doctor? ¿No com
                  prende usted que estoy cuerdo, y que le estoy diciendo ahora la
                  verdad, que no soy un lunático en un momento de locura, sino
                  un hombre cuerdo que está luchando por la salvación de su
                  alma? ¡Oh, escúcheme! ¡Déjeme salir de aquí! ¡Déjeme! ¡Dé
                  jeme!
                         Pensé que cuanto más durara todo aquello tanto más fu
                  rioso se pondría y que, así, le daría otro ataque de locura. Por
                  consiguiente, lo tomé de la mano e hice que se levantara.
                         —Vamos —le dije con firmeza —. No continúe esa es
                  cena; ya la hemos presenciado bastante. ¡Vaya a su cama y
                  trate de comportarse de modo más discreto!
                         Repentinamente guardó silencio y me miró un momento
                  fijamente. Luego, sin pronunciar una sola palabra, se volvió y se
                  sentó al borde de la cama. El colapso se había producido, como
                  en ocasiones anteriores, tal como yo lo había esperado.
                         Cuando me disponía a salir de la habitación, el último del
                  grupo, me dijo, con voz tranquila y bien controlada:
                  —Espero, doctor Seward, teniendo en cuenta lo que pueda su
                  ceder más adelante, que haya yo hecho todo lo posible por con
                  vencerlo a usted esta noche.



















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