Page 300 - Drácula
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Drácula de Bram Stoker


                         —Hasta ahora —dijo—, la noche ha sido verdaderamen
                  te un éxito para nosotros. No hemos recibido ningún daño, como
                  hubiéramos podido temer y, además, hemos podido cerciorarnos
                  de qué número de cajas falta. Sobre todo, me alegro mucho de
                  que este primer paso que hemos dado, quizá el más difícil y
                  peligroso de todos, hayamos podido llevarlo a cabo sin que
                  nuestra dulce señora Mina nos acompañara, y sin que hubiera
                  necesidad de turbar sus pensamientos, tanto más cuanto que
                  estaría despierta y dormida pensando en visiones, ruidos y olo
                  res que nunca podría olvidar. Asimismo, hemos aprendido una
                  lección, si es que podemos decirlo a particulari: que las bestias
                  que están a las órdenes del conde no son, sin embargo, dóciles
                  al espíritu del conde, puesto que esas ratas acudirían a su lla
                  mado, del mismo modo que llamó a los lobos desde la torre de
                  su castillo, para que saliera a su encuentro y al de aquella pobre
                  madre. Aunque las ratas acudieron, huyeron un momento des
                  pués en desorden, ante la presencia de los perritos de nuestro
                  amigo Arthur. Tenemos ante nosotros otros asuntos, otros peli
                  gros y otros temores; y ese monstruo no ha usado sus poderes
                  sobre el mundo animal por última o única vez esta noche. Sea
                  que se haya ido a algún otro lugar... ¡Bueno! Nos ha dado la
                  oportunidad de dar "jaque" en esta partida de ajedrez que esta
                  mos jugando en nombre del bien de las almas humanas. Ahora,
                  volvamos a casa. El amanecer esta ya cerca, y tenemos razones
                  para sentirnos contentos del trabajo de nuestra primera noche.
                  Es posible que nos queden todavía muchos días y noches llenas
                  de peligros, pero debemos seguir adelante, sin retroceder ante
                  ningún riesgo.
                         La casa estaba sumida en un profundo silencio cuando
                  llegamos a ella, excepto por los gritos de alguna pobre criatura
                  que estaba en una de las alas más alejadas y un sonido bajo y
                  lastimero que salía de la habitación de Renfield. Indudablemen
                  te, el pobre hombre se estaba torturando, a la manera de los
                  orates, con pensamientos innecesariamente dolorosos.
                         Entré en mi habitación de puntillas y encontré a Mina
                  dormida, respirando con tanta suavidad que tuve que aguzar el
                  oído para captar el sonido. Parecía más pálida que de costum
                  bre. Esperaba que la reunión de aquella noche no la hubiera
                  impresionado demasiado. Me siento verdaderamente agradecido
                  de que permanezca fuera de nuestro trabajo futuro e incluso de
                  nuestras deliberaciones. Es una tensión demasiado grande para
                  que la soporte una mujer. No pensaba así al principio, pero aho
                  ra sé mucho mejor a qué atenerme. Por consiguiente, me alegro



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