Page 302 - Drácula
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Drácula de Bram Stoker
Tenía ciertos trabajos urgentes que hacer y le dije que
me gustaría que él fuera solo, ya que así no me vería obligado a
hacerlo esperar. Por consiguiente, llamé a uno de los ayudantes
y le di las debidas instrucciones. Antes de que mi maestro aban
donara la habitación, le aconsejé que no se llevara una impre
sión falsa sobre mi paciente.
—Deseo que me hable de sí mismo y de su decepción
en cuanto a su consumo de animales vivos. Le dijo a la señora
Mina, como vi en su diario de ayer, que tuvo antes esas creen
cias. ¿Por qué sonríe usted, amigo John?
—Excúseme —le dije —, pero la respuesta se encuentra
aquí.
Coloqué la mano sobre las hojas mecanografiadas.
—Cuando nuestro cuerdo e inteligente lunático hizo esa
declaración, tenía la boca todavía llena de las moscas y arañas
que acababa de comer, un instante antes de que la señora Har
ker entrara en su habitación.
—¡Bueno! —dijo—. Su memoria es buena. Debí haberlo
recordado. Y, no obstante, esa misma desviación del pensa
miento y de la memoria es lo que hace que el estudio de las
enfermedades mentales sea tan apasionante. Es posible que
obtenga más conocimientos de la locura de ese pobre alienado
que lo que podría obtener de los hombres más sabios. ¿Quién
sabe?
Continué mi trabajo y, antes de que pasara mucho tiem
po, había concluido con lo más urgente. Parecía que no había
pasado realmente mucho tiempo, pero van Helsing había vuelto
ya al estudio.
—¿Lo interrumpo? —preguntó cortésmente, permane
ciendo en el umbral de la puerta.
—En absoluto —respondí—. Pase. Ya he terminado mi
trabajo y estoy libre. Puedo acompañarlo, si lo desea.
—Es inútil. ¡Acabo de verlo!
—¿Y?
—Temo que no me aprecia mucho. Nuestra entrevista
ha sido corta. Cuando entré en su habitación estaba sentado en
una silla, en el centro, con los codos apoyados sobre las rodillas
y en su rostro había una expresión hosca y malhumorada. Le he
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