Page 363 - Drácula
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Drácula de Bram Stoker


                         —Ya no tardará mucho en llegar aquí —dijo van Helsing,
                  que había estado consultando su librito de notas—. Nota bene.
                  En el telegrama de la señora Harker decía que había salido de
                  Carfax hacia el sur, lo cual quiere decir que tenía que cruzar el
                  río y solamente podría hacerlo con la marea baja, o sea, poco
                  antes de la una. El hecho de que se haya dirigido hacia el sur
                  tiene cierto significado para nosotros. Todavía sospecha sola
                  mente, y fue de Carfax al lugar en donde menos puede sospe
                  char que pueda encontrar algún obstáculo. Deben haber estado
                  ustedes en Bermondse y muy poco rato antes que él. El hecho
                  de que no haya llegado aquí todavía demuestra que fue antes a
                  Mile End. En eso se tardará algún tiempo, puesto que tendrá que
                  volver a cruzar el río de algún modo. Créanme, amigos míos,
                  que ahora ya no tendremos que esperar mucho rato. Tenemos
                  que tener preparado algún plan de ataque, para que no des
                  aprovechemos ninguna oportunidad. Ya no tenemos tiempo.
                  ¡Tengan todos preparados las armas! ¡Manténganse alerta!
                         Levantó una mano, a manera de advertencia, al tiempo
                  que hablaba, ya que todos pudimos oír claramente que una llave
                  se introducía suavemente en la cerradura.
                         No pude menos que admirar, incluso en aquel momento,
                  el modo como un espíritu dominante se afirma a sí mismo. En
                  todas nuestras partidas de caza y aventuras de diversa índole,
                  en varias partes del mundo, Quincey Morris había sido siempre
                  el que disponía los planes de acción y Arthur y yo nos acostum
                  bramos a obedecerle de manera implícita. Ahora, la vieja cos
                  tumbre parecía renovarse instintivamente. Dando una ojeada
                  rápida a la habitación, estableció inmediatamente nuestro plan
                  de acción y, sin pronunciar ni una sola palabra, con el gesto, nos
                  colocó a todos en nuestros respectivos puestos. Van Helsing,
                  Harker y yo estábamos situados inmediatamente detrás de la
                  puerta, de tal manera que, en cuanto se abriera, el profesor pu
                  diera guardarla, mientras Harker y yo nos colocaríamos entre el
                  recién llegado y la puerta. Godalming detrás y Quincey enfrente,
                  estaban dispuestos a dirigirse a las ventanas, escondidos por el
                  momento donde no podían ser vistos. Esperamos con una impa
                  ciencia tal que hizo que los segundos pasaran con una lentitud
                  de verdadera pesadilla. Los pasos lentos y cautelosos atravesa
                  ron el vestíbulo... El conde, evidentemente, estaba preparado
                  para una sorpresa o, al menos, la temía.
                         Repentinamente, con un salto enorme, penetró en la ha
                  bitación, pasando entre nosotros antes de que ninguno pudiera




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