Page 365 - Drácula
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Drácula de Bram Stoker


                         Nos precipitamos hacia la ventana y lo vimos levantarse
                  indemne del suelo.
                         Ascendió los escalones a toda velocidad, cruzó el patio y
                  abrió la puerta de las caballerizas. Una vez allí, se volvió y nos
                  habló:
                         —Creen ustedes poder confundirme... con sus rostros
                  pálidos, como las ovejas en el matadero. ¡Ahora van a sentirlo,
                  todos ustedes! Creen haberme dejado sin un lugar en el que
                  poder reposar, pero tengo otros. ¡Mi venganza va a comenzar
                  ahora! Ando por la tierra desde hace siglos y el tiempo me favo
                  rece. Las mujeres que todos ustedes aman son mías ya, y por
                  medio de ellas, ustedes y muchos otros me pertenecerán tam
                  bién... Serán mis criaturas, para hacer lo que yo les ordene y
                  para ser mis chacales cuando desee alimentarme. ¡Bah!
                         Con una carcajada llena de desprecio, pasó rápidamente
                  por la puerta y oímos que el oxidado cerrojo era corrido, cuando
                  cerró la puerta tras él. Una puerta, más allá, se abrió y se cerró
                  nuevamente. El primero de nosotros que habló fue el profesor,
                  cuando, comprendiendo lo difícil que sería perseguirlo por las
                  caballerizas, nos dirigimos hacia el vestíbulo.
                         —Hemos aprendido algo... ¡Mucho! A pesar de sus fan
                  farronadas, nos teme; teme al tiempo y teme a las necesidades.
                  De no ser así, ¿por qué iba a apresurarse tanto? El tono mismo
                  de sus palabras lo traicionó, o mis oídos me engañaron, ¿Por
                  qué tomó ese dinero? ¡Van a comprenderme rápidamente! Son
                  ustedes cazadores de una bestia salvaje y lo comprenden. En mi
                  opinión, tenemos que asegurarnos de que no pueda utilizar aquí
                  nada, si es que regresa.
                         Al hablar, se metió en el bolsillo el resto del dinero; tomó
                  los títulos de propiedad del montoncito en que los había dejado
                  Harker y arrojó todo el resto a la chimenea, prendiéndole fuego
                  con un fósforo.
                         Godalming y Morris habían salido al patio y Harker se
                  había descolgado por la ventana para seguir al conde. Sin em
                  bargo, Drácula había cerrado bien la puerta de las caballerizas, y
                  para cuando pudieron abrirla, ya no encontraron rastro del vam
                  piro. Van Helsing y yo tratamos de investigar un poco en la parte
                  posterior de la casa, pero las caballerizas estaban desiertas y
                  nadie lo había visto salir.






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