Page 372 - Drácula
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Drácula de Bram Stoker
La respuesta fue dada en un tono absolutamente caren
te de inflexiones:
—No lo sé. El sueño no tiene ningún lugar que pueda
considerar como real.
Durante varios minutos reinó el silencio. Mina continuaba
sentada rígidamente, y el profesor la miraba fijamente; el resto
de nosotros apenas nos atrevíamos a respirar.
La habitación se estaba haciendo cada vez más clara.
Sin apartar los ojos del rostro de Mina, el profesor me indicó con
un gesto que corriera las cortinas, y el día pareció envolvernos a
todos. Una raya rojiza apareció, y una luz rosada se difundió por
la habitación. En ese instante, el profesor volvió a hablar:
—¿Dónde está usted ahora?
La respuesta fue de sonámbula, pero con intención; era
como si estuviera interpretando algo. La he oído emplear el
mismo tono de voz cuando lee sus notas escritas en taquigrafía.
—No lo sé. ¡Es un lugar absolutamente desconocido pa
ra mí!
—¿Qué ve usted?
—No veo nada; está todo oscuro.
—¿Qué oye usted?
Noté la tensión en la voz paciente del profesor.
—El ruido del agua. Se oye un ruido de resaca y de pe
queñas olas que chocan.
Puedo oírlas al exterior.
—Entonces, ¿está usted en un barco?
Todos nos miramos, unos a otros, tratando de compren
der algo. Teníamos miedo de pensar. La respuesta llegó rápi
damente:
—¡Oh, sí!
—¿Qué otra cosa oye?
—Ruido de pasos de hombres que corren de un lado pa
ra otro. Oigo también el ruido de una cadena y un gran estrépito,
cuando el control del torno cae al trinquete.
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