Page 440 - Drácula
P. 440

Drácula de Bram Stoker


                  mí, no me hubiera sido difícil decidirme; ¡era mil veces mejor
                  encontrarse en medio de unajauría de lobos que en la tumba del
                  vampiro! Por consiguiente, decidí continuar mi trabajo.
                         Sabía que había al menos tres tumbas que encontrar,
                  las cuales estaban habitadas. De modo que busqué sin descan
                  so, y encontré una de ellas. Estaba tendida en su sueño de
                  vampiro, tan llena de vida y de voluptuosa belleza que me es
                  tremecí, como si me dispusiera a cometer un crimen. No pongo
                  en duda que, en la antigüedad, a muchos hombres que se dis
                  ponían a llevar a cabo una tarea como la mía les fallaran el co
                  razón y los nervios. Por consiguiente, se retrasaba hasta que la
                  misma belleza de la muerta viva lo hipnotizaba; y se quedaba
                  allí, hasta que llegaba la puesta del sol y cesaba el sueño del
                  vampiro. Entonces, los hermosos ojos de la mujer vampiro se
                  abrían y lo miraban llenos de amor, y los labios voluptuosos se
                  entreabrían para besar... El hombre es débil. Así había una víc
                  tima más enla guarida del vampiro; ¡uno más que engrosaba las
                  filas terribles de los muertos vivos...!

                         Desde luego, existe cierta fascinación, puesto que me
                  conmuevo ante la sola presencia de una mujer tan bella, aun
                  cuando esté tendida en una tumba destartalada por los años y
                  llena del polvo de varios siglos, aunque había ese olor horrible
                  que flotaba en la guarida del conde. Sí; me sentía turbado... Yo,
                  van Helsing, a pesar de mis propósitos y de mis motivos de
                  odios..., sentía la necesidad de un retraso que parecía paralizar
                  mis facultades y aferrarme el alma misma. Era posible que la
                  necesidad de sueño natural y la extraña opresión del aire me
                  estuvieran abrumando. Estaba seguro de que me estaba dejan
                  do dominar por el sueño; el sueño con los ojos abiertos de una
                  persona que se entrega a una dulce fascinación, cuando llegó a
                  través del aire silencioso y lleno de nieve un gemido muy prolon
                  gado, tan lleno de aflicción y de pesar, que me despertó como si
                  hubiera sido una trompeta, puesto que era la voz de la señora
                  Mina la que estaba oyendo.
                         Luego, me dediqué a mi horrible tarea y descubrí, levan
                  tando las losas de las tumbas, a otra de las hermanas, la otra
                  morena. No me detuve a mirarla, como lo había hecho con su
                  hermana, por miedo de quedar fascinado otra vez; continúo bus
                  cando hasta que, de pronto, descubro en una gran tumba que
                  debió ser construida para una mujer muy amada, a la otra her
                  mana, ala que, como mi amigo Jonathan, he visto materializarse
                  de la niebla. Era tan agradable de contemplar, de una belleza



                                             439
   435   436   437   438   439   440   441   442   443   444   445