Page 25 - Libro para Angi
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MARiA  ANTONIETA  OSORNIO  RAMiREZ
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          realizar el  salto.  Era  muy  raro  que  yo  me  sintiera sin  animos  y esa
          mafiana, en especiaL no querfa saltar; tenia un sentimiento indescripti-
          ble, extrafio. Me puse el equipo de mala gana y no aj uste bi en los tirantes
          de  las  piernas.  Sin  embargo,  hasta que  fbamos  en  el  helicoptero  de
          donde  habriamos  de  lanzarnos  me  atrevi a decirle  a  Serafin  que  no
          querfa saltar. Demasiado tarde; estabamos practicamente en la marca.
          Yo, la mas seca de las mujeres, le pedf a Serafin que me diera un beso.
                Ese dfa, tambien iba pensando en mi padre con tristeza y melancolfa.
                Verde, blanco y rojo  ... los tres paracaidistas saltamos, realizando
          la formacion.  Se abrieron los paracafdas y yo, el verde, que iba hasta
          arriba,  enganche  con  las  piernas  al  blanco,  quien  a  su  vez  habfa
          enganchado al  rojo.  Desde la tierra se  apreciaba la bandera tricolor;
          desde el cielo, yo llevaba el peso de los otros dos paracaidistas en las
          piernas. Se escuchaban los aplausos a lo lejos. Yo debfa ser la ultima en
          aterrizar pero habfa vientos encontrados que empezaron a empujarme
          mas alla de la marca donde debfa caer. Desde arriba me di cuenta que
          llevaba demasiada velocidad y que iba a caer sobre la gente. Frene en
          exceso ...  El  paracaf das  se  apago.  Como  llevaba  medio  sueltos  los
          tirantes de las piernas, el paracafdas de emergencia se me recorrio hasta
          el cuello y al caer hizo palanca.
                En cuestion de segundos es tab a en el suelo  ... i CRAAAC ! ... Escuche
          como  me  tronaron  los  huesos  por  dentro.  Habfa  realizado  un  salto
          perfecto, habfa cafdo justamente en la marca a unos pasos del Presidente
          de la Republica, Miguel de la Madrid y del secretario de la Defensa,
          general Juan Arevalo Gardoqui  ... pero no podfa moverme. L,Donde es ta
          mi cabeza ...  mi cuerpo? L,Que  pasa? Intente incorporarme y tuve una
          sensacion espantosa, terrorffica: sentfa solo la cabeza, nada del resto de mi
          cuerpo tenfa sensibilidad. L,Que paso? L,Se me volo lacabeza? L,Se me volo
          el cuerpo? L,Donde esta mi cuerpo? En unos instantes todo empezo a
          moverse en camara lenta ... Ya no escuchaba nada. Una luz fulgurante
          me Ueno por completo y me recorrio una sensacion de placer indescrip-
          tible ...  divino ...  pero fue  solo un instante.  Un dolor agudisimo en el
          cuello me jalo al tiempo y al espacio presentes. Hubiera querido gritar
          con todas mis fuerzas pero no podfa. Apenas inhalaba. i Dios mfo, que
          dolor! Serafin, asustado, se indino junto a mi.

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