Page 30 - Fantasmas, espectros y otros trapos sucios
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Giré y casi grito del susto, ¡era la mujer de las criptas!
—Dicen que hay un clima raro en Sombrerete —murmuró la mujer—. Dicen
que el sol ni da sombra, ni pone moreno a nadie.
Ni siquiera tuve que responder, con solo ver mi rostro pálido y ojeroso, la mujer
confirmó el lío en que estaba metido.
—Pensé que serías un buen guardián —suspiró decepcionada—. No cumpliste tu
promesa.
Intenté defenderme: sí, de acuerdo, había “activado” a Leopoldo y juntos
hicimos travesuras, pero no podía saber que se iba a convertir en un
coleccionista compulsivo.
—Él solo hizo lo que tú le enseñaste —aseguró la mujer con dureza—. Además
¿qué esperabas? Los espectromex son muy obedientes y el tuyo es un modelo
Sandro Sombrío, de los más tilichentos. Agradece que no le dio por coleccionar
muelas o hígados humanos.
—No fue mi intención hacer daño. —Rompí a llorar—. El fantasma atacó a mi
padre y ahora está muy enfermo, tiene que ayudarme, por favor…
—Tampoco te pongas así —me reprendió la mujer—. No soporto ver a los niños
sorbiéndose los mocos.
Hice un esfuerzo para dejar de llorar.
—Está bien… —la mujer resopló—. Intentaré ayudarte… aunque no garantizo
nada, y si no puedo rescatar a tu padre entonces es porque te lo merecías. —Casi
le doy un beso.
—Mi casa está por aquí. —La tomé del brazo—. Seguro puede convencer al
espectromex de que se porte bien.
—Se nota que no tienes ni idea de con quién te enfrentas. —La mujer se detuvo
—. Lo que haremos es preparar la trampa para el Sandro Sombrío y esperar
hasta medio día.
—¿Y por qué a esa hora?