Page 32 - Fantasmas, espectros y otros trapos sucios
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UN FINAL COMPRADO
Y JUSTO CUANDO la historia se ponía más emocionante, el tío Chema guardó
silencio como si se le hubiera acabado la batería.
—¿Y? —pregunté intrigado.
—¿Y qué?
—¿Y qué pasó?
—Ah, eso… otro día te lo cuento. —Mi tío se levantó para estirarse como gato
—. Es tardísimo, vete a casa que tus padres deben de estar preocupados.
—Pero, tío, no puedes hacerme eso. No me has dicho en qué acabó la historia, si
tu papá recuperó la sombra y tu tía el color, ¿qué pasó con las pecas de la Lore?
—Tito, ya es tarde —remarcó mi tío—. Mañana le seguimos.
—Solo dime si le dieron su merecido a Leopoldo.
—Mañana te lo cuento, ya te lo dije.
Me dio muchísima rabia, era como si se hubiera ido la luz en el cine, justo
cuando el héroe va a salvar el mundo del ataque de los extraterrestres o algo así.
Pero mi tío tenía razón, eran casi las once de la noche. Me fui, pero al día
siguiente, aprovechando que era sábado, llegué supertemprano.
Había imaginado algunos finales, como que atrapaban a Leopoldo y lo
reenviaban a la fábrica Spectra S.A. donde aprendía a ser buena mascota. Pensé
en pedirle prestado el fantasma a mi tío. En la escuela todos querrían ser mis
amigos. ¿Y si llevaba al espectromex a un programa de televisión? Segurito me
haría famoso.
En fin, estaba saboreando las posibilidades cuando, al llegar a la casona,
encontré a mi tío dentro de un enorme baúl de cuero. Supuse que aún estaba