Page 33 - Fantasmas, espectros y otros trapos sucios
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dormido.
—Tío Chema, soy yo. Tito —le murmuré al oído.
—¿Qué pasa? ¿Por qué? ¿Qué hora es? —Mi tío abrió los ojos confundido.
—Es algo temprano… Perdón por despertarte. Es que vengo a escuchar el final
de la historia.
—¿Cuál historia?
—La del fantasma Leopoldo.
El tío Chema salió del baúl y se acomodó el cabello. Seguía amodorrado.
—Falta el desenlace. Dijiste que hoy me lo contarías.
—Así es. —Mi tío se alisó la camisa con las manos—. Yo siempre cumplo mis
promesas.
Me senté campechanamente encima de otra maleta esperando el resto del cuento,
pero el tío no decía nada, solo me miraba con una sonrisa extraña, divertida.
—Tú sabes que soy contador profesional de historias de horror, ¿no? —dijo al
fin.
Asentí desconcertado y mi tío siguió:
—Toda mi vida he contado leyendas y sucedidos en la radio, en libros, en
revistas…
No sé por qué pero empecé a sospechar una mala noticia.
—Me ha costado mucho trabajo reunir mis historias —siguió—. Nunca las he
dado gratis y creo que no será este el momento para que las regale. ¿verdad?
—No… supongo que no… —murmuré cada vez más confundido.
—¡Qué bueno que estás de acuerdo! —Mi tío sonrió—. También estarás de
acuerdo en que si quieres oír el final de la historia del fantasma del guaje tendrás
que pagarme.