Page 68 - Fantasmas, espectros y otros trapos sucios
P. 68
— ¿Quieres que me vaya? —preguntó la niña confundida.
Pablito, con mucho esfuerzo se llevó una mano a un ojo para taparlo, mientras
que la otra seguía señalando el Norte. Edmunda seguía sin entender.
—¿Quieres que le eche un ojo a algo?, que escape por aquel camino… pero si
allá solo está la vieja hacienda de…
Entonces Edmunda guardó silencio… había entendido.
—¿Quieres que vaya al pozo de la mina a ver a Eutimio Arizpe? ¿Es eso? Me
estás hablando del fantasma tuerto ¿verdad?
Pablito hizo una ligerísima mueca, parecía un gesto de alivio.
Aquello tenía sentido. Lo que intentaba decir Pablito es que aún había
esperanzas, alguien podía ayudarlos. El único que sabía de procesos fantasmales
era precisamente… un fantasma: el espectral Eutimio Arizpe que habitaba el
pozo abandonado.
Edmunda le dio las gracias a su amigo y salió corriendo a la hacienda en ruinas.
—¡Señor fantasma!… —gritó la niña en cuanto llegó—. Don Eutimio… ¿me
oye?
Pasaron unos minutos y la hacienda seguía en silencio. Edmunda se asomó al
pozo, estaba tan oscuro que no se veía el fondo. La niña gritó de nuevo, y
nada… Comenzó a dudar de la existencia del espectro cuando, de pronto, se
escuchó un murmullo cavernoso:
—Ahora sí que te urge verme… ¿verdad? —dijo una voz, burlona.
—¿Señor Eutimio? —preguntó Edmunda con timidez.
—Largo de aquí —gruñó la voz desde la oscuridad—. Llevo una eternidad
esperando visitas y ahora no me apetece ver a nadie.
—Pero señor Eutimio, déjeme explicarle…
—Si quieres un fantasma cómprate un espectromex —repuso la voz cargada de