Page 71 - Fantasmas, espectros y otros trapos sucios
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—Te rebajarías al mismo nivel de ese repugnante don Carmelo —gruñó el
espectro—; pero te diré la receta para despertar fantasmas hechizados.
—Los espectromex ya están despiertos desde que los cocinaron —observó
Edmunda.
—¡No están despiertos! —resopló el fantasma impaciente—. El cocimiento solo
sirve para que se active el hechizo de personalidad falsa. ¿Qué acaso no sabes
nada de fantasmas?
La niña negó con la cabeza.
—Las nuevas generaciones son cada vez más supinas —Eutimio bufó muy
molesto—. Mira niña, todos saben que los fantasmas hechizados recuperan la
memoria mientras tocas una campana de plata.
—¿Qué les pasa?
—Averígualo… —Sonrió el espectro de manera siniestra.
Edmunda le dio las gracias y antes de marcharse, hizo la última pregunta, de
hecho, la que más le interesaba:
—Y los fantasmas fabricados por un hechizo… ¿Pueden volver a la vida?
Eutimio Arizpe se soltó a reír tan fuerte que por poco se le cae el otro ojo.
—¡Claro que no! —aseguró tajante—. Pero si te sirve de consuelo, podrás
guardar un fantasma falso en su recipiente hasta que se desvanezca. Como
fueron fantasmizados apenas duran unos cuantos años y no siglos como los
originales.
Edmunda volvió al pueblo, estaba tristísima por no poder ayudar a Pablito
aunque se prometió que lo vengaría. Necesitaba encontrar las campanas de plata.
Edmunda sabía de un lugar donde podía encontrar plata por montones: la casa
del viejo solitario, de nombre desconocido. Se decía que en su juventud el
anciano fue dueño de una de las minas más ricas del pueblo, y era tan avaro que
nunca dio nada, ni su nombre para que no se gastara.