Page 69 - Fantasmas, espectros y otros trapos sucios
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resentimiento—. Todos ustedes están que chiflan por esos fantasmas de
pacotilla.
—Por eso mismo vine aquí —reconoció la niña—. Estamos en peligro, nos van a
convertir en fantasmas… incluyendo a las mamás, a los papás y a los bebés.
¡Piense en los bebés!
Las palabras de Edmunda parecían muy dramáticas, ¡bebés fantasmas!, el
espectro la iba a ayudar, seguro.
Se escuchó una risita.
—Merecido se lo tienen —rio.
—Por favor, no sea así —insistió Edmunda con paciencia—. Usted es el único
que sabe cómo funcionan los fantasmas… Ayúdenos.
—¡Ni lo sueñes! —Eutimio bufó irritado—. Se han portado mal conmigo. En
todo este tiempo ni una visita, ni un regalito, ni siquiera me han preguntando si
me duele la reuma, ¡uf…!, con esta humedad…
—Si nos ayuda será nuestro héroe —explicó Edmunda.
—¿Y eso de qué me sirve? —gruñó la voz.
—A los héroes les hacen estatuas —dijo Edmunda—. Le ponen su nombre a una
calle y hasta les componen himnos…
No se escuchó nada durante un buen rato y de pronto algo horripilante emergió
del pozo.
—¡Por ahí hubieras comenzado! —exclamó la voz cavernosa.
Edmunda siempre se había considerado valiente, pero en esta ocasión casi se
desmaya al ver al famoso fantasma del pozo.
Eutimio Arizpe era muy diferente a los insípidos espectros que vendía don
Carmelo. Para empezar, Eutimio tenía un aspecto más detallado, sus colores eran
muy vivos, como esa piel inflamada que tenía todos los tonos de verde
putrefacto e incluso se le notaban unas venas amarillentas brotadas en el cuello.