Page 70 - Fantasmas, espectros y otros trapos sucios
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Los dientes eran brillantes por el musgo húmedo y todo su espectral cuerpo se
hallaba cubierto de ramitas secas que colgaban desde el bigote hasta la cuenca
vacía. Para rematar, el espectro despedía un embriagador aroma entre perro
mojado y leche agria.
—Preferiría que me dedicaran una canción, sabes, yo soy muy musical —
declaró el fantasma ilusionado—. Tengo muchísimas cualidades que nadie se ha
molestado en preguntarme. En vida sabía bailar polka como un dios… ¿Alguna
vez has bailado polka?
Edmunda negó con la cabeza y antes de que el fantasma se pusiera a bailar,
retomó el asunto.
—Ha ocurrido algo terrible —reveló la niña—: Don Carmelo nos engañó a todos
y ahora nos tiene encerrados, hasta los espectromex le ayudaron.
—¿Y qué esperabas de esos fantasmas de feria? —se burló Eutimio—. Ni
siquiera son espectros genuinos, están sometidos por la persona que los
transformó.
—¿Por don Carmelo?
—Claro niña, las reglas son muy claras: si alguien te fantasmiza serás su
esclavo. Solo puedes obedecer a tu amo o a quien conozca el lenguaje secreto de
los fantasmas.
—¿Y puede enseñarme ese lenguaje? —Edmunda se interesó.
—¡Pero qué descaro! ¡Ni lo sueñes! ¡Nunca! —chilló el espectro—. ¡Primero
muerto otra vez!
Eutimio se molestó tanto que tuvo un ataque de tos que provocó que escupiera el
esqueleto de un pescado.
—Ah… ¡ahí estabas! —le dijo con cariño al esqueletillo—. Mira, es Betulio, mi
mascota.
—Hola Betulio —intentó sonreír Edmunda y volvió al tema—. ¿Por qué no me
quiere enseñar el lenguaje secreto?