Page 100 - El Bosque de los Personajes Olvidados
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mayores hasta que lo seas.


               —Pero…


               —Ahora que lo pienso, yo nunca te envié un regalo de cumpleaños. Supe, como
               todos, de tu nacimiento, pero nunca te mandé nada y mi honor de príncipe está
               dañado. Permíteme hacer algo al respecto. ¿Qué te parece si regresas a casa? Yo
               te prometo que en tu próximo cumpleaños tendré un plan que te dará mayores
               posibilidades de obtener la ayuda de Rigardo.


               —¡¿Un año?! —gritó Anjana.


               —Oye, hacer bien las cosas lleva su tiempo, y como ese plan será mi obsequio
               para ti, quiero que sea perfecto.


               Anjana frunció el ceño.


               —¿Por qué la gente está tan obsesionada con esa idea de lo “perfecto"?


               —No lo sé, supongo que es por costumbre. ¿Qué te parece mi propuesta?


               La niña, que comenzaba a extrañar su hogar, accedió.

               —No me des un regalo perfecto entonces; sólo uno que venga de tu corazón, ¿de

               acuerdo? —fueron sus últimas palabras cuando la dejé en el camino que la
               conduciría a la calzada principal del reino.

               Me quedé un rato viéndola alejarse rumbo a la entrada del palacio. No volteó ni

               una sola vez para decirme adiós con la mano, pues prometimos que aquel
               encuentro quedaría entre nosotros. La puerta se abrió de inmediato cuando
               estuvo frente a ella. Después de que cruzó el umbral, su imagen continuó un rato
               en mi cabeza.


               Al caer la noche, aún estaba contemplando el castillo donde se encontraba
               quien pudo haber sido mi “final feliz”. En ese momento me di cuenta de que no
               tenía idea de cómo cumpliría mi promesa de llevar a Anjana con el mago oscuro
               el siguiente año, pero estaba tranquilo, a pesar de todo. Y así fue como conocí a
               la princesa que escribió su propia historia y, sin darme cuenta, construí la mía.


               Tras trescientos sesenta y cinco días, Anjana estaba de nuevo en el linde del
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