Page 101 - El Bosque de los Personajes Olvidados
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Bosque de los Personajes Olvidados; esa ocasión menos chimuela y bastante

               más limpia que la primera vez. Además, tenía un par de botas nuevas. ¿Adivinan
               de qué color? Sí, verdes. Tomé aquello como un detalle muy lindo para conmigo
               y, sin más, me dispuse a cumplir, aunque fuera parcialmente, mi palabra.


               Había ocupado la mayor parte del año en investigar el origen desconocido del
               mago oscuro Rigardo, ya que el pasado es siempre un buen sitio para comenzar
               a buscar cuando se quiere entender el presente.


               No sin problemas, conseguí datos de algunos informantes para poder
               acercarnos de la forma más prudente. El tiempo en nuestro bosque era extraño,
               pues podían pasar meses enteros sin que contactáramos a nadie o nos
               topáramos con algún otro espectro, pero en cada oportunidad me aseguré de
               obtener información útil.


               Una ninfa que ya no era un espectro, pues había vivido en el palacio como
               compañera de la reina antes de que Anjana naciera, y a quien le gustaba
               tomarse vacaciones en el bosque, por parecerle tranquilo, me dijo que el mayor
               misterio que envolvía al pequeño y muy poderoso Rigardo era su ascendencia;
               pues, para poseer tal dominio de la magia debía estar emparentado, o por lo
               menos conocer de cerca, a algún miembro de los grandes Clanes de la Magia.
               Según ella, incluso se rumoraba que podría tener algo que ver con uno de los
               poderosísimos seres abismales. Aquello fue un avance significativo. A pesar de
               que la ninfa no quiso profundizar más en el tema durante nuestra charla, bajo el
               argumento de que le resultaba aburrido indagar demasiado en la vida de los
               otros, además de ser un tanto irrespetuoso, me regaló con su compañía una de
               las más hermosas tardes que recuerdo. Fuimos juntos al río de vapor, donde los
               peces voladores jugueteaban entre sus pies, e incluso cantó con una sirena del
               viento… Fue bellísimo escucharlas.


               Aquel encuentro me hizo plantear mejor las cosas, y fue de ese modo que ideé un
               plan para ofrecerle la mejor ayuda posible a Anjana, aunque tuve grandes
               dificultades para sobrellevar su impaciencia.


               —Según veo, lo mejor es estudiar a tu objetivo antes de presentarte ante él —le
               dije, una vez que le compartí la plática con la ninfa y mis indagaciones
               subsecuentes.


               —Eso es lo mismo que no hacer nada —me respondió ella sin disimular su
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