Page 98 - El Bosque de los Personajes Olvidados
P. 98

Anjana pareció comprender mis palabras y me dio las gracias con otra de esas

               sonrisas que dejaba ver los huecos entre sus dientes.

               —Y dime, ¿de verdad te escapaste? —pregunté para cambiar de tema.


               —Sí.


               —¿Por qué?


               —Porque hoy es mi cumpleaños y Emisario me trajo, como cada año, el retrato
               del Príncipe Azul, que está cada vez más azul.


               —¿Y no te gusta el azul? —pregunté emocionado y con la ilusión de encontrar
               un alma gemela que no creyera que el azul era el mejor color para los príncipes.


               —No es eso. El azul es lindo, ya sabes, como el cielo y el mar. Es sólo que cada
               año ese señor me recuerda que un día voy a casarme con un tipo a quien ni
               conozco, y que únicamente va a ser mi esposo porque su papá quiere ampliar su
               reino. Además, me obliga a posar para hacerme un retrato y se la pasa
               criticándome: “Qué orejas tan grandes, se parecen a las del lobo feroz”; “Esos
               dientes no parecen perlas sino canicas”; “¿No se suponía que ibas a ser bonita?”.
               Y como ya no aguanto un año más de esto, me escapé. Pienso que si corro con
               suerte se va a enojar por no encontrarme y finalmente se irá, y dejará de pedir
               regalos extrañísimos para el príncipe. El año pasado le exigió a papá la espada
               del Rey Arturo, y el antepasado la varita mágica de Harry Potter. Ese Príncipe

               Azul debe estar loco si cree que la gente del reino tiene como prioridad cumplir
               sus caprichos.


               Aquella historia me sonaba casi surrealista. Frente a mí estaba la princesa más
               linda del mundo quejándose de que el emisario loco de Muy Lejano le hacía la
               vida pesada año con año. Parecía que las cosas en su reino distaban bastante de
               ser una historia feliz.


               Anjana y yo pasamos aquella tarde juntos. Le enseñé los acantilados desde los
               que se podía ver su castillo, los claros del Bosque de los Personajes Olvidados
               donde la bruma era menos densa, y traté de presentarle a otros habitantes del
               lugar, pero ninguno se mostró muy dispuesto a interactuar. Cuando el sol se
               estaba poniendo, pensé que todo el reino la estaría buscando, así que le sugerí
               volver.
   93   94   95   96   97   98   99   100   101   102   103