Page 132 - El Bosque de los Personajes Olvidados
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Príncipe Verde.


               —¿De qué hablas? —preguntó Rigardo.


               —“Deberá entregar el corazón del ser que más ame a las llamas que nunca
               cesan, se alimentan del miedo y yacen ocultas en el Reino de la Imaginación
               Olvidada; de lo contrario, el suyo se marchitará y, peor que la muerte, tendrá una
               vida llena de desdicha y amargura” —citó el príncipe con rencor, en un intento,
               bastante malo, por cierto, de emular el magnífico tono dramático de Rigardo.


               —¡Oh, sí!, eso. ¿Podrías indicarme dónde está lo cruel?


               —¡¿Es una broma, cierto?! —exclamó el príncipe con recelo.


               —No, no lo es. No encuentro crueldad en mis palabras, sino la oportunidad de ir
               más allá de lo tradicional. Y, en todo caso, es una variante atenuada del hechizo
               que me sugirió mamá, el cual sí era bastante cruel.


               —¡Oh!, ¿y qué esperas?, ¿que te demos las gracias? —gritó el Príncipe Verde.


               —A mí no, sino a Puck —respondió Rigardo irritado. Todas las miradas se
               fijaron en el gnomo, quien se había mantenido en silenciosa escucha—. Si él no
               hubiera cedido parte de su realeza y poderes místicos a mi servicio para mitigar
               el equilibrio mágico, yo habría tenido que lanzar un hechizo completo, uno de
               impacto bidimensional.


               —¿Qué quieres decir? —preguntó con aspereza el príncipe, quien ya empezaba a
               colmar la paciencia del mago.


               Como yo odiaba las disputas, intervine para evitar que el Príncipe Verde
               acabara convertido en iguana por ocasionar un disgusto innecesario:


               —Quiere decir que el querido señor gnomo redujo el poder del hechizo al
               ofrecer su esencia mística al servicio de Rigardo. En nuestro mundo el equilibrio
               es muy importante, y por ello cuando al escritor se le ocurrió que Anjana sería la
               princesa de alguien tan famoso como el Príncipe Azul, la condenó a sufrir un
               hechizo terrible, equivalente a la fama a la que estaría destinada. De modo que si
               Puck no se hubiera ofrecido a servir eternamente a Rigardo, el mago habría
               tenido que lanzar un hechizo con todos sus poderes místicos y mágicos.
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