Page 133 - El Bosque de los Personajes Olvidados
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—¿Quieres decir que pudo ser peor? —preguntó el príncipe con el rostro

               desencajado.

               —Hablas del hijo de la Bruja Oscura que domina el Abismo del Infinito en los
               confines de nuestro mundo —repuse—, la más poderosa de las brujas oscuras, y

               del Príncipe Valiente, dotado de cuanto don místico hubo a la mano para acabar
               con los dragones que “supuestamente” atemorizaban a los hombres en la última
               era del terror. ¿Qué esperabas?, ¿que su hechizo fuera una broma como el de
               pincharse con una aguja y quedarse dormida?


               El gnomo me puso mala cara; por primera vez su semblante noble se veía
               perturbado. La princesa Anjana clavó la vista en Rigardo y el Príncipe Verde se
               llevó las manos a la cabeza, intentando aclarar sus ideas. El mago me miró
               fijamente y lanzó una sonora carcajada.


               —¿Escuchaste, Puck? Es mucho más hábil de lo que dijiste. Si hubieras
               aceptado apostar tendrías ahora en tus manos la gran Piedra Filosofal que mamá
               me envió la Navidad pasada.


               —¡Ya entiendo!, por eso puedes dominar los elementos y… —balbuceó el
               Príncipe Verde.


               —Príncipe —lo interrumpió Rigardo—, no repitas lo que ya todos tenemos
               claro; es una pérdida inútil de energía.


               Anjana, quien por primera vez parecía lista para hablar, dejó sobre la mesa la
               taza que sostenía, y ésta simplemente desapareció.


               —¿Entonces no puedes romper el hechizo y eso implica que yo debo hacer algo
               horrible para no estar condenada a la infelicidad?

               —Técnicamente, sí —respondió el mago.


               El gnomo, que se esforzaba por hacerla sentir bien, se acercó a consolarla. Ella
               le dio un fuerte y cariñoso abrazo, y tras otro momento de lágrimas le dijo:


               —Papá creyó que nunca te volvería a ver. Después de que te fuiste las cosas
               cambiaron en palacio. Se acabaron tanto las persecuciones como la captura de
               sirvientes y se liberó a los que había.
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