Page 151 - El Bosque de los Personajes Olvidados
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poder, en mi corazón surgieron la ira y el odio contra mis carceleros invisibles.

               ¿Qué eran los humanos sino flores susceptibles de perecer bajo mi ígneo
               aliento?

               A pesar de que la presencia mística me pedía alejar tales pensamientos, éstos no

               cesaban y se arraigaban en mi pecho con más fuerza; como una espina en el
               corazón, y así el odio tiñó mis pensamientos. De ese modo, comencé a soñar con
               hacer realidad las malas leyendas que los seres humanos propagaban sobre mi
               especie, las de aquellos dragones que ya no existían por su causa.


               La voz que me hablaba sin palabras se manifestó finalmente. Sentí su presencia
               de la forma en que menos lo esperaba: un gnomo que apareció de la nada en
               mitad del valle. Era un ser pequeño, bañado de un aura mística que armonizaba
               con la mía y que también poseía su propia esencia. Con gentileza y sin reparar
               en mi enorme tamaño o apariencia feroz, se me acercó y dijo en una lengua que
               no conocía, pero que comprendí:


               —Es un placer verte al fin, y a salvo.


               —No tendría por qué no estarlo —respondí en aquel lenguaje nuevo para mí.


               El gnomo, que pareció notarlo, agregó:

               —Veo que tu sincronía con la magia mística es óptima, lo cual me da gusto.
               Permíteme presentarme: sirvo a un ser cuya identidad es preferible que no sepas,

               por ahora. He venido en su nombre a darte el siguiente mensaje; quiero toda tu
               atención, por favor: “Lo que se espera de la última dragona, por segunda vez,
               determinará el final de una guerra que trasciende su propio inicio, así como el
               destino del último portador del sol. De su decisión dependerá que tengamos o no
               esperanza”.


               Aunque carecían de sentido, memoricé esas palabras. Ésa fue la primera
               criatura con quien conversé realmente.


               —¿Eso qué quiere decir?


               —Que hay en este mundo, mi querida Ilene —dijo cambiando su tono por uno
               más cálido, casi paternal, reconfortante—, seres que desean con fervor tu poder,
               y que al conocer tu existencia no dudarán en tratar de apoderarse de él por
               cualquier medio. Seres con tal dominio de la magia que incluso tú, debido a tu
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