Page 101 - Hasta el viento puede cambiar de piel
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La profesora se puso de pie y caminó pensativa (al parecer a los adultos les
resulta más fácil ordenar sus ideas si caminan con la mano en la barbilla). Sin
poder aguantar la curiosidad sobre lo que pensaba, le pregunté:
—Maestra, ¿qué supone?
Pero ella no respondió.
Mi prima dijo con el mismo rostro duro que ya tenía la profesora Brenda:
—Hay que hablar con la doctora.