Page 99 - Hasta el viento puede cambiar de piel
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había encontrado. Ella lo entendió y nos pasó a su casa para ofrecernos un poco
de té helado.
Todos sosteníamos nuestras tazas, ansiosos por saber.
—Nunca los había visto tan atentos, ni siquiera en la clase de arte.
Entonces nos lo contó todo: la maestra Brenda había decidido investigar más
sobre el nacimiento de todas las mujeres desaparecidas. Para ello fue al hospital
de la ciudad, que era donde tenían los registros del viejo sanatorio, que al parecer
alguien había salvado milagrosamente cuando ocurrió el incendio. Necesitaba a
mi prima, ya que como era enfermera tenía amigas trabajando en el hospital que
les podían permitir ver los papeles. Además, Érika podía revisar la gran cantidad
de expedientes con rapidez. Sólo tenía que tocar las grandes cajas y las pastas de
las carpetas para saber si había algo relacionado con la señora Lulú, Pilar o las
demás.
—Al principio cuando tuvimos los papeles y los revisamos, no encontramos
nada especial que las relacionara. Incluso nunca hallamos el expediente de la
señora Lulú.
—La pulsera que falta —dijo Mario interrumpiendo.
—Entonces se me ocurrió revisar los expedientes de las fechas cercanas a los
nacimientos.
La maestra hizo una pausa para tomar un poco de té y refrescar su garganta;
entonces mi prima continuó:
—Analizamos los expedientes de otros nacimientos y fue cuando detectamos
una relación.
Estábamos tan al pendiente de lo que dirían que hasta Tania dejó de beber el
cuarto té que se había servido.
—La doctora Gardel —dijo mi prima.
—¿La directora? —preguntó Mario.
Entonces fui yo quien se atrevió a decir: —¿Fue la doctora quien las hizo nacer?