Page 131 - Hasta el viento puede cambiar de piel
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destruirlos.
Estuve un momento sin saber qué decir, mi madre era una flor, los hombres no
golpeaban debido a la fatiga y ahora una mujer con un sombrero de flores en la
cabeza me decía que quería destruir unos pueblos. Ella continuó:
—Empecé sacando a las mujeres no deseadas por sus padres, a las más
maltratadas y a las más ancianas. En unos días todas estarán aquí e iré
acompañada de mis hermanas (el Viento Oscuro del Oeste, el amarillo y
desgarrador Viento del Sur y el delicado pero escurridizo Viento del Este) hasta
el pueblo para acabar con él. Un tornado inexplicable se llevará para siempre a
los hombres del desierto. Entonces todas estas flores serán mujeres felices otra
vez.
Todo sonaba tan extraño como las teorías de secuestros extraterrestres que Mario
y Tania creaban. Entonces un temor subió a lo largo de mi columna vertebral,
como un pequeño torbellino helado.
—¿Y mis amigos?
Con un rostro duro, Mistral me dijo:
—Lo siento, pero ellos también son hombres.
No podía creerlo. Mario, el papá de Tania y Laura...
—Pero ellos son buenos.
—No llegan a ser más de tres. No por uno o dos hombres buenos voy a perdonar
a miles.
—Los hombres malos pueden cambiar; mi amigo el Bicho y los Escorpiones,
ellos no querían a las niñas, y ahora ya no son así.
—No hay hombre que cambie —dijo molesta Mistral.
—Estoy segura que ellos están buscándome ahora mismo. Ellos deben de estar
con Mario y mis amigas.
Ella me miró con uno de esos horribles gestos de “te tengo malas noticias”. Y tan