Page 134 - Hasta el viento puede cambiar de piel
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risa de escepticismo dijo:


               —Las mujeres pueden cambiar de piel, como tú... el desierto puede cambiar de
               piel, hasta el viento puede cambiar de piel, pero ellos nunca lo harán —hizo una
               pausa y continuó resignada—: Está bien. Hazlo si quieres. Pero no creas que es

               fácil. Si lo intentas no hay vuelta atrás. Por eso ninguna de las otras se arriesgó.
               Si lo intentas, lo logres o falles, todas podrán regresar a sus pueblos, es cierto,
               pero perderán su sello y los hombres volverán a tener fuerza... y nada podré
               hacer para ayudarlas.


               —No importa.

               —Es mejor que tomes el regalo que les hago. Las quiero librar de ellos. Las

               quiero hacer diferentes.

               —No puedo hacerlo. Mis amigos son más importantes que un sello.


               Mistral se puso de pie, se acercó a mí y después de dar un profundo suspiro, que
               hizo volar varias de sus revistas, dijo:


               —Está bien, sólo que no creas que será a tu modo —me abrazó tomándome del
               hombro y me señaló un punto del cuarto—. Todo lo que tienes que hacer es
               cruzar por ahí.


               Caminé hacia la puerta que me mostró el Espíritu del Viento del Norte. Era una
               puerta como cualquier otra. ¿Qué habría del otro lado? ¿Cómo le demostraría
               que el Bicho había cambiado? En cuanto tomé el picaporte escuché a mis
               espaldas la voz de la señora Lulú:


               —Quisiera tener tu fe.
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