Page 60 - El sol de los venados
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–Jana, el próximo examen es dentro de dos días. Nos toca el de español y eso

               para ti es muy fácil –me dijo Tatá.





               –Si estoy mejor, puedo ir bien abrigada, mamá...






               Mamá me abrazó diciendo que no entendía por qué me preocupaba tanto faltar a
               la escuela, donde sufría a causa de las matemáticas.






               Tatá me ayudó con el repaso del español y pude ir al examen abrigada como un
               esquimal, porque mamá es una exagerada con eso de las enfermedades.





               La profesora de español se llama Ana Mercedes, es regordeta y rosada y tiene

               unas gafas de lentes gruesos. Sonríe muy a menudo y cuando se enfada se pone
               roja, como si le diera vergüenza enfadarse. Todos la queremos. Además, nos
               ayuda mucho. Si le parece que la tarea que hemos hecho es muy buena, nos pone
               la máxima nota dos veces, así que es raro el que no se esfuerza por hacerla lo
               mejor posible.






               Nos cuenta los argumentos de los libros que ha leído, y cuando en medio de la
               historia suena la campana para el recreo, nadie quiere salir, pero ella nos obliga y
               dice que así tendremos ganas de volver a su clase, y es verdad, porque todos
               queremos saber lo que pasó con la Reina de las Nieves o con el loco de Tom
               Sawyer.






               El examen fue muy fácil. Al menos, a mí me lo pareció. Sin embargo, al ver que
               un niño estaba “atascado”, como ella decía, corría a ayudarlo. ¡Qué diferente de
               la profe de matemáticas!
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