Page 88 - El disco del tiempo
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—Esos sacrificios de cautivos son nauseabundos.
—También a mí me desagradan pero no me refiero a ello —Pasífae hizo una
pausa y continuó–. He recibido un mensaje de mi amada hermana, Medea. Me
previene sobre la llegada de un extranjero que amenaza el poderío cretense. Este
extranjero es el joven que viste luchar contra Ideo, aunque creo que ya lo
conoces y que su llegada no te fue indiferente en el puerto.
Ariadna enrojeció levemente. Comprendió que su madre sabía que estaba
enamorada de Teseo.
—Se llama Teseo. Pero hay algo que tú y tu padre ignoran. A ti te lo diré, pero
por ahora, nos conviene que él lo desconozca, Teseo es hijo de Egeo y según los
adivinos su destino es brillante, terminará con la talasocracia e iniciará el
poderío de Atenas. Mi hermana Medea intentó envenenarlo para que Egeo no
desconociera a su pequeño hijo Medo en favor del extranjero que llegaba a
reivindicar sus derechos.
—¿Y por qué vino a Creta como un cautivo?
—Por su propia voluntad. Obligó a Egeo a mandarlo con los demás atenienses
que forman parte del tributo con que tu padre los castiga.
—Nada de eso tiene sentido —repuso Ariadna con amargura— mañana estará
muerto. Los toros de Creta lo pisotearán y Minos cuidará de que los detalles de
su muerte lleguen a oídos de Egeo, su enemigo.
—Ariadna. Amas a ese extranjero. Los dioses te castigan, como a mí, por las
faltas de Minos.
—¡Salvémoslo, madre! —Ariadna habló con vehemencia.
—Lo que está escrito, escrito está. Nadie puede ponerse por encima del Hado.
—¿Quieres decir que el destino de Teseo está por encima de las flechas que
apuntan a su corazón? ¿Que ese destino es destruir el poder de Minos y
convertirnos a ti y a mí en esclavas de Atenas?
—Lo que está escrito, escrito está… Pero hay muchas maneras de escribir en un
círculo. Pasífae y su hija son reinas. Nunca esclavas. Mañana salvaremos al