Page 56 - La desaparición de la abuela
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desenmascarar a los corruptos; a la mujer que fundó organizaciones para salvar

               de la muerte a los niños pobres; a los hombres que firmaron manifiestos contra
               las armas nucleares; a la mujer que quiso acabar con los basureros de deshechos
               tóxicos; al que descubrió la vacuna contra el sida; al que elaboró una ley contra
               la violencia; al que gritó que se eliminara la pena de muerte...


               Rodrigo no daba crédito.... ¡En el Paraíso estaban hombres y mujeres que
               trataron de salvar al planeta y que ahora vivían drogados, y a cargo de múltiples
               labores ecológicas! ¡Y había gente de todo el mundo: franceses, ingleses,
               hindúes, rusos, chinos, japoneses...!


               —¡Dios mío! —rogó el muchacho en voz baja y con ganas de llorar, al pensar
               que no podía hacer nada contra esa fuerza capaz de aprisionar las buenas
               voluntades y hacerles creer que murieron y que estaban en el cielo.


               Una duda lo asaltó de repente:


               —Oiga, señora, ¿y de qué tamaño es el Paraíso para que tenga selva y desierto y
               playa y...?

               —¡Es inmenso, mi amor...! ¡No lo acabas de recorrer ni en cinco días!


               Ni tan inmenso entonces, pensó Rodrigo, y pudo imaginar que el Paraíso era
               como un enorme terreno, pero que debía tener límites, ¡y estaba dispuesto a
               encontrarlos!


               Siguiendo las indicaciones de la mujer, de la que hasta ahora ignoraba el
               nombre, Rodrigo se dirigió junto con toda la gente hacia el gran edificio de la

               puerta de cristal.

               Descubrió entonces que era como un gran hotel, y que cada persona tenía ahí su
               habitación. Muy amablemente, la mujer lo dejó en la puerta de la suya y se fue

               después de decirle:

               —En un rato vengo por ti para llevarte a la ceremonia.


               Al fin, Rodrigo pudo entrar en su cuarto y suspirar con alivio. La habitación en
               la que despertó, aunque formara parte de la espantosa pesadilla que estaba
               viviendo, le permitía estar solo y planear lo que creía poder hacer.
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