Page 63 - La desaparición de la abuela
P. 63
hacer....? ¿Qué hacer...?
—Escúchame atentamente, Nené... —susurró Rodrigo a su oído recorriendo
mentalmente todas las soluciones que se le iban ocurriendo—. Estoy aquí
porque... porque ¡soy un ángel que te trae un mensaje muy importante!
Doña Elena se maravilló ante tal confesión y abrió los ojos muy azorada.
—Sí, sí, no me mires así porque es la verdad. Te traigo un mensaje que tienes
que escuchar atentamente, y debes obedecer sin chistar.
La mujer lo miró con reverencia, suspiró, y también le murmuró al oído, aunque
no supo por qué:
—¡Tenía tantas ganar de ver a un ángel y no había visto ninguno por aquí!
¿Sabes? ¡Estamos en el Paraíso y hasta ahora no me había topado con ninguno
de ustedes! ¿No te parece muy raro?
A Rodrigo le dio una pena infinita su pobre abuela y decidió que, aunque él fuera
un simple mortal, ¡se iba a convertir en su ángel de la guarda!
—Escucha atentamente, Ele... perdón, Alonsa. Me dijeron las altas autoridades
del cielo que tienes que hablar conmigo en voz muy baja y que no puedes volver
a probar ni un bocado ni una gota de agua hasta que yo te avise.
—¡Qué extraño! —exclamó por lo bajo Elena—. Aquí en el Paraíso no te dejan
estar sin comer ni beber. ¿Y si se dan cuenta de que no como ni bebo?
—¡Yo voy a estar junto a ti para ayudarte a aparentar que lo haces! Tienes que
obedecer porque esta noche debo entregarte otro mensaje muy importante.
—¿No vas a separarte de mí? —preguntó Elena, emocionada.
—No... no voy a hacerlo.
Conrado Mustaquio, quien descansaba ese domingo como si no tuviera negra la
conciencia, recibió una llamada urgente desde el Paraíso: los vigilantes ocultos
le informaron de que el chico Quijano no había comido absolutamente nada y