Page 64 - La desaparición de la abuela
P. 64
que había localizado a su abuela.
—¡Chinampinas cuadradas, coloradas y retintas...! —se enfureció el hombre
siempre frío como el hielo, y ordenó:
—¡No lo pierdan de vista, oblíguenlo a cenar y esta noche redoblan la
iluminación...! ¡Voy para allá...!
Los vigilantes temblaron de miedo, transmitieron las órdenes recibidas, y
avisaron a todo el personal oculto de que el Oso Polar no tardaría en llegar.
Mustaquio, ciego de ira, ordenó a su chofer que lo condujera al Paraíso. En su
automóvil gris plata, modelo único, que sería la envidia del mismísimo James
Bond, se comunicó con Rómulo Niente y, perentorio, vociferó:
—¡Que tus hombres rodeen la casa de los Quijano y que no dejen salir a nadie...!