Page 28 - La otra cara del sol
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Elvira le ha dado por pasar más que de costumbre, la pobre; ella sí no tiene
ningún chance de conquistarlo, y Tatá tampoco. El es muy viejo para ella, debe
tener como veinte años o más. Francamente eso del amor no me parece nada
fácil. Pienso en papá. No me gustaría que se enamorara, no quiero ni pensar que
alguien pueda tomar el lugar de mamá. A mí me encantaría enamorarme, pero no
ahora. En mi colegio casi todas mis compañeras tienen novio o quieren tenerlo.
Yo, en realidad, no sé si alguna vez alguien se va a fijar en mí.
Tatá dice que cuando uno se enamora es capaz de hacer las peores locuras. Y
tiene razón, porque ya me parece bastante locura hacer el ridículo, como esas
muchachas que rondan la casa de nuestros nuevos vecinos. Y dado el desfile
cotidiano de las muchachas del colegio, todas deben pensar lo mismo que mi
hermana.
Un día vi asomada a la ventana de la casa del vecino a una chica alta y muy
bonita. No sé por qué corrí a contárselo a Tatá, que se puso lívida y me dirigió
una mirada asesina.
—¡Jana, eres mala! —me dijo Fanny, que estaba planchando.
—¿Por qué? —le pregunté con rabia.
Tatá y Fanny se miraron en silencio. Di media vuelta y me fui al patio. ¡Qué me
importaba a mí! Tatá prefería hablar con Fanny, contarle todo. ¿Nunca iba yo a
dejar de ser para Tatá una chiquita? Me sentí sola y pensé en mamá... No me di
cuenta de a qué horas fue anocheciendo. De pronto alguien me pasó un brazo por
los hombros. Era papá. Me abracé a él y me eché a llorar.
—¿Qué te pasa, Jana?
A duras penas le dije que pensaba en mamá, que me hacía mucha falta.
—A mí también me hace mucha falta —me dijo con la voz entrecortada, y
agregó—: Pero ahora sécate las lágrimas, Fanny está asando plátanos y los va a
rellenar con queso y dulce de guayaba.
Papá sabía cuánto me gustaban los plátanos asados, podía comerme hasta tres de
una sentada. La verdad era que en los últimos tiempos tenía un apetito voraz y
por lo mismo para todos era un misterio mi delgadez. Tenía que aguantarme a
toda hora las frases idiotas de Coqui y el Negro, al estilo de:“Flaca, tírame un