Page 34 - La otra cara del sol
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narices.
Mira, ahí tienes a tu Neruda...
Se trataba de una doble página llena de poemas bajo un gran título: Odas
elementales.
—¿Qué quiere decir odas, papá?
—Algo así como elogios, cantos —me respondió sin quitar los ojos de su
periódico.
El corazón me saltaba de emoción, pero también de miedo: y ¿si no me gustaban
esos poemas? O peor aún, ¿si no los entendía?
“Oda a la alcachofa”, leí. La cosa se anunciaba mal. Ni siquiera sabía lo que era
una alcachofa. Leí el poema y no entendí gran cosa, aparte de que la alcachofa
era algo que podía comerse. Fui a buscar un diccionario e intenté descifrar el
poema lo mejor que pude. Leí los otros más serenamente y no supe en qué
momento me encontré releyéndolos una y otra vez. Me emocionaban, me hacían
sentir feliz.
—¿Puedo quedarme con la página? —le pregunté a papá.
—Claro que sí —me dijo con la cabeza metida en su periódico.
Papá y el periódico. Cuando se pone a leerlo es como si entrase en otro mundo.
La verdad es que si papá fuera rico se la pasaría viajando, y si pudiera se
presentaría como candidato para ir a la luna, nuestro planeta no le basta.
“Es un aventurero —le dijo una vez la abuela a la señorita Elvira hablándole de
papá—. No tiene los pies en la tierra”.
Yo creo que al contrario, papá tiene los pies bien puestos sobre la tierra, y si no,
¿por qué le interesa tanto lo que ocurre a su alrededor?, ¿por qué quiere meter la
nariz en todo? En mi opinión, un aventurero es lo más terrícola que existe. A
papá no le importa pasar la noche bajo un árbol, viajar en condiciones
incómodas, comer mal, caminar sin descanso. Disfruta con todo, eso es lo que
más me gusta de él. Le encanta tomar un taxi por un sí o por un no, pero si tiene