Page 73 - La niña del vestido antiguo y otras historias pavorosas
P. 73

días sin ir al refugio.


               —¿Por qué?


               —Cada tres meses hay que llevar un invitado. Alguien que necesite hospedaje y
               comida.


               —¿Y a poco por eso te persiguen?


               —Esas son las reglas. Necesitan más niños que ayuden a mejorar los ingresos.


               —¿Si voy contigo ya no tendrías problemas?


               —Ya no, pero te voy a ser sincero. El invitado que lleve tiene que trabajar para
               ellos, para recaudar fondos.


               —¿Trabajar?

               —Sí. Te capacitan para que ganes dinero. Aprendes trucos, maromas, magia, no
               sé. ¿Quieres entrar? Tendrías comida, un techo, un padre.


               —No lo sé.


               —Somos más de treinta. Somos una familia.Papá Joaquín es nuestro padre.


               Isaac deshojaba una rama de helecho mientras pensaba.


               Prefiero seguir aquí. No quiero que nadie me mande.


               Porfirio lo miró con cierta dureza. Y exclamó:


               —Está bien. Nada más te pido una cosa: nunca me busques, no me hables.
               Adiós.


               Se alejó a toda prisa. No llegó muy lejos porque dos muchachos de la calle lo
               alcanzaron para golpearlo. Patearon una de las muletas y Porfirio cayó de bruces.
               Isaac corrió en su auxilio.


               —¡Déjenlo en paz!


               Los muchachos pararon. Observó que a uno le faltaba el ojo derecho y los dedos
   68   69   70   71   72   73   74   75   76   77   78