Page 163 - El arte japonés de la guerra : entendiendo la sabiduría de la estrategia
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BUSHIDO Y CRISTIANISMO... 159
dicen. Es el patán quien habla como si lo supiera todo.
Aunque se destaque en algo, pensar en sí mismo como
alguien excepcional no es elegante. Es mejor no hablar
mucho de lo que uno sabe, no hablar de cello salvo si se es
preguntado.
Cuando las personas ignorantes hacen afirmaciones de
los demás y piensan que los conocen, no pueden estar en
lo cierto. Por ejemplo, cuando al guien que carece de inte-
ligencia pero que es bueno jugando al ajedrez ve a perso-
nas inteligentes pero que no juegan bien, piensa que no
son tan listas como él. Y cuando se encuentra con personas
que son expertas en toda clase de artes pero que no saben
jugar al ajedrez, piensa ser mejor de lo que es. Esto es un
gran error.
Previamente, en la exposición de la vía del guerrero
zen, señalamos que la actitud de seriedad es uno de los ejer-
cicios psicológicos del neoconfucianismo, sistema educati-
vo que ejerció una tremenda influencia en la mentalidad
japonesa durante siglos de ortodoxia bajo el dominio samu-
ray. Esta inclinación mental ha llegado a ser una de las bases
de un cierto sentimiento moral japonés, conforme al cual
una persona es juzgada menos por el contenido de lo que
em-prende que por su estado de seriedad, la profundidad
de devoción y concentración que pone en la acción. Una
vez más, el Tsurezuregusa refleja en sus bases lógicas fun-
damentales la absorción de este estado del que los japone-
ses son tan extraordinariamente capaces.
En cualquier campo del comportamiento, los especia-
listas son superiores a los diletantes, incluso si no tienen
tanto talento como éstos. Esto es así porque los especialis-
tas siempre toman su arte en serio, mientras que los dile-
tantes son meros aficionados.