Page 58 - El arte japonés de la guerra : entendiendo la sabiduría de la estrategia
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54 EL ARTE JAPONÉS DE LA GUERRA
Después, cuando se aprenden varias lecciones, como la
postura, cómo empuñar la espada, dónde poner la aten-
ción, y todo lo demás, la mente salta de un punto a otro y
uno se encuentra confundido cuando intenta atacar.
Pero si se practica día a día, mes tras mes, la postura y
la posición de la espada no ocupan ya la mente, y uno se
encuentra como un principiante que no sabe nada.
Éste es el sentido en el que se dice que el principio y el
final son lo mismo, lo mismo que uno y diez son vecinos
cuando se ha contado de uno a diez. Es lo mismo también
que las notas más alta y más baja de una escala musical, que
se juntan por encima y por debajo de su ciclo.
Lo mismo que las notas más alta y más baja se parecen
una a otra, como los budas constituyen el desarrollo más
alto de la humanidad, aparecen como personas que no
saben nada del Buda ni del budismo, y no tienen las carac-
terísticas externas que la gente imagina de los budas.
En consecuencia, las aflicciones de los retrasos incons-
cientes del principio y la sabiduría inmutable del final se
vuelven una. El aspecto pensante de tu cerebro se desvane-
cerá y llegarás a descansar en un estado en el que no existe
la preocupación.
Las personas totalmente ignorantes no muestran sus
talentos, según parece, porque no tienen ninguno. La inte-
ligencia altamente desarrollada no se muestra, porque se ha
escondido previamente. Es un punto de vista ridículo pen-
sar que es la seudoerudición lo que hace que la inteligen-
cia entre en la cabeza de alguien.
Un proverbio taoísta dice: «Un comerciante inteligen-
te esconde sus bienes y hace como si no tuviera nada.» Los
clásicos taoístas y zen hablan también de «disminuir la luz
para armonizarse con el mundo». La exhibición voluntaria
se considera no sólo inútil sino contraproducente. Un