Page 60 - El arte japonés de la guerra : entendiendo la sabiduría de la estrategia
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56            EL ARTE  JAPONÉS  DE  LA GUERRA


                 Cuando  lo que  has estudiado  abandona  por completo
              tu  mente,  y desaparece  también  la práctica,  puedes  ejerci-
              tar  fácilmente  y sin  desviación  cualquier  arte  que  hayas
              empezado,  y realizar  las técnicas  sin preocuparte  de lo que
              has practicado.
            Prácticamente  en  todos  los campos  de las artes  japone-
         sas  tradicionales  era  costumbre  empezar  con  una  adhesión
         estricta  a  las  formas  y a los  ritos  estándar.  Se  suponía  que
         esto  inducía  al estudiante  a  «sentir»  el arte  en  cuestión  de
         manera  intuitiva,  sin necesidad  de detenerse  a racionalizar  y
         proyectar  ideas  subjetivas  en  la acción  misma.  No obstante,
         el objetivo  de esta  rígida disciplina  no  era  el de convertir  al
         principiante  en  un  autómata,  sino  el de proporcionarle  un
         marco  seguro  de  apoyo  para  ejercitar  una  facultad  suple-
         mentaria  de percepción,  una  vez  que  se  había  hecho  inne-
         cesaria  la atención  consciente  a las bases  previas.
            No se perseguía, pues,  de manera  arbitraria  la meta  defi-
         nitiva  de libertad  y espontaneidad,  sino  de acuerdo  con  un
         proceso  gradual ya verificado.  Se sabía  que  los adeptos  que
         habían  traspasado  los sistemas  formales  descubrían  técnicas
         y movimientos  de  manera  natural,  sin  haberlos  aprendido
         de ningún  instructor.
            El  maestro  zen  Takuan  resumió  su  discusión  sobre  la
         espontaneidad  independiente  y la práctica de los hechos  en
         términos  de principios  y acción.

                 Existe  la práctica  de  los  principios  y la práctica  de  la
              acción.  Ya  hemos  mencionado  antes  el principio  esencial:
              cuando  has  llegado  a  la maestría,  no  luchas  contra  nada.
              Todo  consiste  en  la manera  en  que  abandonas  completa-
              mente  la preocupación.
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