Page 86 - El arte japonés de la guerra : entendiendo la sabiduría de la estrategia
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82 EL ARTE JAPONÉS DE LA GUERRA
limita a lo que se juzga comúnmente como conducta egoís-
ta o inmoral, sino que también infecta la actividad conside-
rada convencionalmente buena y virtuosa.
Existe la bondad contaminada y la bondad pura. Lo
que se hace sin la conciencia del ego se llama bondad pura.
Lo que se hace en provecho propio, a la espera de una
recompensa, se llama bondad contaminada.
De hecho, los antiguos maestros zen han dicho que la
virtud centrada en uno mismo puede ser incluso peor que
el vicio. La piedad no atrae sobre sí la crítica de la sociedad
convencional, porque está revestida de apariencias acepta-
bles; por ello, la persona irreflexiva no está sometida a la
presión de examinar su conducta individual y sus interpre-
taciones subjetivas. Bajo estas condiciones es mucho más
fácil establecerse en el propio camino, fortificado por un
círculo de racionalizaciones y de justificaciones que se auto-
perpetúan.
Por estas razones, se considera que la fluidez y
el desapego son requisitos previos esenciales para lograr una
perspectiva suficientemente amplia capaz de valorar el obje-
tivo y el efecto de los comportamientos, tanto seculares
como sagrados, a la luz objetiva de su contexto total. Los
maestros de artes marciales exhortan al desapego para con-
seguir la maestría de sus respectivas técnicas y, en un senti-
do, el guerrero que ha sufrido en la batalla una derrota
mortal tal vez no tenga nada más que el desapego como
último recurso, como una última victoria personal. Como
viajero budista, Shosan también se enfrenta a la realidad de
la muerte, pero extiende el principio de fluidez al arte de
vivir en continuo progreso.