Page 125 - Guerra civil
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GUERRA  CIVIL  I


           de  los  tribunos  militares,  de los  centuriones  y  de  los  más
           distinguidos  de  entre  ellos  mismos,  en  este  sentido:                2
           que  César  los  está  sitiando;  que  los  trabajos  y  fortifica­
           ciones  correspondientes  casi  están  concluidos;  que  su  co­
           mandante  Domicio,  gracias  a  cuya  esperanza  y  confianza
           se habían mantenido hasta entonces firmes, abandonándolos
          a  todos  ellos  a  su  suerte,  había  adoptado  el  proyecto  de
           huir;  que  ellos  deben,  por  su  parte,  tomar  también  en
           cuenta  su  propia  seguridad.             3  Al  principio,  los  mar-
           sos 2  comienzan  por  disentir  de  la tropa  y  ocupan  aquella
           parte  de  la  plaza que  parecía  la  más  fortificada, 8  y tanta
           discrepancia  suscítase  entre  ellos  que  se  encuentran  casi
           a punto de llegar a  las manos y entablar combate  armado;
           4  un  poco  después,  no  obstante,  habiendo  intercambiado
           parlamentarios4  de  uno  y  otro  bando,  los  marsos  se
           enteran  del proyecto de fuga  de  Domicio,  que  desconocían.
           5  Así,  todos  los  soldados,  de  común  acuerdo,  sacando  a
           Domicio  al  centro  de  la  plaza,  lo  circuyen  y  lo  hacen
           prisionero  y  envían  de  entre  ellos  parlamentarios  a  César
           para manifestarle que están dispuestos a abrirle las puertas,
           a  hacer  todo  lo  que  él  mande  y  a  poner  en  su  poder  al
           mismo Lucio  Domicio  vivo.

              XXI.           1  Enterado de tales circunstancias, César, bien
           que  consideraba  ser  de  gran  importancia  el tomar  cuanto
           antes  posesión  de  la  plaza  y  el  hacer  pasar  a  su  propio
           campamento las cohortes que guarnecían a aquélla —a  fin
           de  que  no  fuese  a  suscitarse  un  cambio  de  parecer  en
           dichas tropas,  ya  merced  a  dádivas  entre  ellas  repartidas,
           ya  a  un  reanimarse  de  su  valor,  ya  a  falsas  nuevas,  pues
           a  menudo  en  la  guerra  incidentes  sin  importancia  provo­
           can grandes acontecimientos—,                2  no obstante, temiendo
           que la entrada de  sus soldados y los abusos a que se presta
           la  noche 1  pudieran  trastornar  a  la  ciudad,  colma  de elo­
           gios  a  las  personas  que habían  venido hasta  él  y  las  hace
           reintegrarse  a  su  propia  plaza,  con  orden  de  vigilar  las
           puertas  y murallas  de la  misma.             3  Por  lo  que a él  con­
           cierne, aposta a sus soldados en las fortificaciones que había



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