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GUERRA  CIVIL  I


          fuerzas  del enemigo  aumentaban y,  desde  su  campamento,
          continuamente  suministraban  a hurto  cohortes  a  través  de
          la  ciudad, 6  para  que  soldados  incólumes  remplazaran  a
          los  fatigados.       8  Esto mismo se veía constreñido a hacer
          César, a fin de que cohortes de refresco permitieran retirar
          a  los  agotados en  el  mismo  frente  de  batalla.


             XLVI.          1  Como  tal  había  sido  la  forma  de  pelear  de
          continuo durante cinco horas y los nuestros eran atosigados
          muy  intensamente por la multitud  enemiga, agotados  todos
          los  proyectiles,  desenvainando  las  espadas,  dan  un  asalta
          al  monte contra las  cohortes  de los adversarios  y,  abatidos
          algunos  de  éstos, los  demás  se ven obligados  a  replegarse.
          2  Rechazadas  sus  cohortes  hasta  las  murallas  mismas  yr
          en cierta sección,  a  causa de  un  pánico,  perseguidas  hasta
          la ciudad, se torna  fácil nuestra  retirada.1               3  En  efecto,
           nuestra  caballería,  por  ambos  flancos,  aunque  se  hallaba
          abajo  y  en  terreno  interior,  sin  embargo,  lucha  unida  y
          con  sumo  denuedo  en  la  adversa  circunstancia  y,  cabal­
           gando  entre  ambos  contendientes,  permite  a  los  nuestros
           una  retirada  propicia  y  segura.            4  Así  se  combatió  en
           indecisa lucha. 2  Los nuestros, al primer choque, perdieron
           aproximadamente  setenta  compañeros,  entre  ellos  Quinta
           Fulginio,3  primer  hastato4  que  pertenecía  a  la  legión
          decimacuarta, soldado que por su prodigiosa bravura había
           alcanzado  su  grado  desde  las  filas  más  ínfimas;  fueron
           heridos más de seiscientos hombres.                5  De los afranianos
           murieron  Tito  Cecilio,5  centurión  primipilo 6  y,  además
           de  él,  otros  cuatro  centuriones  y  más  de  doscientos  sol­
           dados.


              XLVII.         1  Pero  prevaleció la opinión a  propósito de
           este lance,  de considerarse discrepantes unos y otros como
           vencedores:         2  los  afranianos  porque,  aunque  aparecie-
           sen ante  la  opinión  pública  como  tropas  inferiores,  sostu­
           vieron, no obstante, el  combate cuerpo a cuerpo, resistieron
           el  asalto de  los  nuestros y  retuvieron  desde el  principio eT


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