Page 185 - Guerra civil
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GUERRA  CIVIL  I


          4  Que la luz del día,  en cambio,  implicaba,  además de mu­
             cha vergüenza de  cada  quien  ante las miradas de  todos,
             mucha  también  ante  la  presencia  de  sus  tribunos  mili­
              tares  y  de  sus  centuriones;  todo  lo  cual  suele  refre­
              nar  y  mantener  en  su  deber  a  los  soldados.               5  Por
              ello,  era  necesario,  desde  todo  punto  de  vista,  escapar
              durante  el  día;  y  si se  admitía que ello podía  significar
              un  descalabro,  no obstante,  salvando  al grueso del  ejér­
              cito, podrían llegar al  sitio que desearan.


          6  Esta opinión fue la que prevaleció en el consejo castren­
          se, 8  y  se  determinó  partir  al  día  siguiente,  al  despuntar
          el  alba.


             LXVIII.          1  César,  después  de  hacer  explorar  la  co­
          marca, 1  al  alborear  el  cielo  saca  sus  fuerza  del  campa­
          mento  y  conduce  a  su  ejército  a  dar  un  gran  rodeo  sin
          ninguna  ruta  precisa. 2  Porque  los  caminos  que  llevaban
          al  Ebro y a  Octogesa estaban ocupados por el  campamento
          enemigo.  ,  2  Además,  le  hubiera  sido  preciso  atravesar
          cañadas enormes y  sumamente  difíciles  en  que,  en muchos
          trechos,  el  camino  resultaba  impracticable  merced  a  sus
          escarpados  peñascos,  de  modo  que  hubiera  sido  necesario
          que,  inermes,  los  soldados  se  pasaran  las  armas  de  mano
          a mano y  que los unos ayudaran a  subir  a los otros  y  rea­
          lizaran  así  una  gran  parte  del  trayecto.              3  Pero  nadie
          rehusaba  tal faena,  porque  estimaban  que,  si pudieran ce­
           rrar al enemigo el paso hacia el  Ebro y cortarle la vitualla,
          para  ellos  significaría  el  fin  de  todas  sus  molestias.


              LXIX.         1  De  momento,  los  soldados  de  Afranio  co­
           rrían alborozados  desde su campamento y perseguían  a los
          nuestros  con  gritos  de  vituperio:  la  carencia  del  sustento
           indispensable nos obliga a huir y a  regresar a  Ilerda.  Pero
           nuestro derrotero  era  distinto  de  nuestro  objetivo y  pare­
           cía  que marchábamos  hacia  la  parte  contraria  del  mismo.
           2  Sus  generales  se  congratulaban  con  encomios  mutuos


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