Page 237 - Guerra civil
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GUERRA  CIVIL  II


           absolutamente  nada  que  pudiera  causar,  o  perjuicio  a  los
           soldados mediante proyectiles o  daño  a  las  obras mediante
           fuego;       2  cuando  se  percataron  de  que  toda  la  ciudad,
           en  su  acceso  por  tierra,  podía  ser  ceñida  por  murallas  y
           torres,1  de  modo  que  no  les  quedaba  posibilidad  alguna
           de  sostenerse  en  sus  fortificaciones;  cuando vieron  edifi­
           cada por nuestro ejército, casi junto a  sus muros, un muro
           nuestro,  y  que  se  podían  arrojar  proyectiles  contra  ellos
           con  la  mera  mano;            3  cuando  comprendieron  que  la
           utilidad  de  sus piezas  de artillería, en las  que tanto habían
           confiado, 2  se  desvanecía  por  la  inmediatez  del  espacio, 3
           y que no podrían igualar el valor de los nuestros en la iden­
           tidad  de  la  circunstancia  ofrecida  para  luchar  desde
           muros  y  torres,  se  acogen  a  las  mismas  condiciones,  ya
           señaladas,  de  capitulación.4


              XVII.           1  Marco  Varrón,1  en  la  Hispania  Ulterior,
           en  un  principio,  cuando  se  enteró  de  los  acontecimientos
           bélicos  que  se  habían desarrollado en  Italia,2  desconfian­
           do de los  designios pompeyanos,  se expresaba con extraor­
           dinaria  estima  de  César; 3            2  decía  que,  previamente
           designado por Pompeyo para su generalato, estaba obligado
           con éste por un juramento  de lealtad; 4  sin  embargo, aña­
           día, la amistad no lo ligaba menos con César; 5  y agregaba
           que  no desconocía cuál era la obligación  de  un  legado  que
           acepta  un  cargo  de confianza,e  ni  de  qué  fuerzas  podía
           él  disponer, 7  ni  cuánta  era  la  simpatía  de  la  provincia
           entera  hacia  César. 8         3  Y  todo  ello  lo  manifestaba  de
           palabra,  aunque  de  hecho  no  se  inclinaba  hacia  ningún
           partido.9       4  Pero  después,  cuando  advirtió  que  César
           se  inmovilizaba ante Masilia,10  cuando supo que las hues­
           tes  de  Petreyo  habían  operado  su  unión  con  el  ejército
           de Afranio;  11  que se les habían incorporado grandes fuer­
           zas auxiliares  y que  se  esperaba  y  confiaba en  la concen­
           tración  de  otras  tantas;  12  que la provincia citerior  entera
           simpatizaba  con  ellos;  y  que  había acontecido cuanto  des­
           pués  sucedió  a  propósito  de  las  dificultades  de  avitualla-


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