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GUERRA  CIVIL  II


              XXXIII.          1  Impresionados  por  este  discurso,1  los
           soldados  inclusive  interrumpían2  frecuentemente  al  ora­
           dor, de manera  que  se  notaba que  sobrellevaban  muy a  su
           pesar la sospecha  de infidelidad.  Por  ello,  al dejar  Curión
           la  asamblea,  todos  lo  reaniman,  a  fin  de  que  sea  firme
           su  entereza  y  de  ningún  modo  hesite  a  entablar  batalla
           y  a probar  su  lealtad  y  su  valor.          2  En  tal  circunstan­
           cia,  modificada  la  actitud  y  el  parecer  de  todos,  con  la
           aprobación general, Curión  dispone que, apenas se presente
           la  oportunidad,  se  resuelva  el  asunto  en  combate  formal;
           y,  al  día  siguiente, 3  sacando  a  sus  soldados  al  mismo
           lugar  en donde  días  antes  los había  formado, 4  los  coloca
           en posición de  batalla.          3  Tampoco  Attio Varo  duda  en
           sacar  sus  tropas, a  fin  de  que  apenas  se  le  dé la ocasión,
           ya  de  ganarse  a  los  soldados  enemigos,  ya  de  combatir
           en sitio  favorable, no deje pasar la oportunidad de hacerlo.


              XXXIV.           1  Había entre  ambas  huestes, según  quedó
           dicho  arriba,  un  valle  no  muy  grande  pero  de  difícil  y
            fragoso  acceso.  Cada  comandante  esperaba  que  si  lograba
           dominarlo  con  sus  tropas,  en  él  podía  entablar  batalla  en
           condición  favorable.           2  A  la  vez  se  divisaba  a  toda  la
           caballería  de  Publio  Attio,  y,  entremezclados  con  ella,  a
           muchos soldados de infantería ligera 1  lanzarse al valle su­
           sodicho.       3  Curión  envía  contra  ellos  su  caballería  y
           dos  cohortes  de  marrucinos, 2  cuyo  primer  asalto  no  pu­
           dieron  resistir  los  jinetes  enemigos,  sino  que  a  rienda
           suelta  se  refugiaron  con  los  suyos;  abandonada  por  ellos
           la infanería ligera  que junto  con  ellos  se había  adelantado
           corriendo,  fue cercada y masacrada por los nuestros.  Todo
           el  ejército  de  Varo,  vuelto  hacia  el  sitio  aquél,  veía  huir
           y  perecer  a  los  suyos.         4  Entonces  Rebilo, 3  legado  de
            César a quien  Curión  había  llevado de la  Sicilia, pues  sabía
           mucho  y  tenía  mucha  experiencia  en  la  ciencia  militar,
           le  dijo:  “Ves  despavorido  al  enemigo,  Curión,  ¿por  qué
            vacilas  en  aprovechar  la  ocasión  que  se  te  presenta ?
            5  Él, diciendo únicamente que los  soldados conservaran en


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