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GUERRA  CIVIL  II


          su  memoria  lo  que  le  habían  asegurado  la  víspera, 4  les
          manda  seguirlos  y,  corriendo,  los  precede  a  todos.  Pero
          tal era de abrupto el valle que para ascenderlo los que iban
          primero no lo podían escalar sino ayudados a subir por sus
           compañeros.         6  Pero,  impresionado  el  espíritu  de  los
           soldados de Attio  por  el  miedo  y  la  fuga  y  la  masacre  de
           los  suyos,  para  nada  pensaban  en  resistir,  y  ya  todos  se
          juzgaban rodeados  por la  caballería  enemiga.  Y  así,  antes
           de  que  se  pudiese  arrojar un  dardo o  de  que  entraran  en
           contacto  los  nuestros  con  el  enemigo,  toda  la  hueste  de
           Varo  vuelve las  espaldas y  se  refugia  en  su campamento.



             XXXV.              1  En  medio  de  tal  desbarajuste,  un  cierto
           Fabio  Peligno,1  de  las  filas  ínfimas2  del  ejército  de
          Curión,  habiendo  alcanzado  a  la  vanguardia  enemiga  en
           su desbandada, requería a Varo, llamándolo por su nombre
           con  gran  voz,  como  si  fuera  uno  de  sus  soldados  y  le
          quisiese  advertir  y  decir algo.           2  Cuando  Varo, tan  in­
          sistentemente  reclamado  vio  a  Fabio  y  se  detuvo  y  le
           preguntó  que  qué  había  o  qué  quería,  éste  le .tiró  una
           cuchillada  en el hombro  descubierto  y  poco faltó para que
           Varo  fuese  muerto;  pero  esquivando  el  peligro,  rechazó
           la tentativa del  soldado  con  el  escudo.  Fabio,  rodeado  por
           enemigos que se hallaban  próximos,  fue masacrado.  3  La
          multitud  de  los  que  huían  ocupó  las  puertas  del  cam­
           pamento  y,  obstruida  así  la  entrada,  perecieron  más  en
           aquel  sitio, sin heridas,  que  durante el combate y la  fuga,a
          y  no  faltó  mucho  para  que  no  se  les  arrojara  también
           del campamento y algunos,  al punto,  en  su misma carrera,

          se  llegaron  hasta  la  ciudad.          4  Pero  así  como  la  natu­
           raleza  del  lugar  y  la  fortificación  del  campamento  impe­
          dían,  por  entonces,  acercársele,  también  faltaban  los  im­
          plementos  necesarios  al  asedio  de  un  cuartel,  pues  los
          soldados de  Curión habían salido sólo a combate.4  5  Así
           pues,  Curión  regresa  su  ejército  al  campamento,  con
          todos los  suyos incólumes,  salvo  Fabio,  y  contando con un


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