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GUERRA  CIVIL  II


           número  de  adversarios  cercano  a  los  seiscientos  muertos
           y  a  los  mil  heridos;  éstos,  apenas  partido  Curión,  y
           muchos  inclusive  mediante  la  simulación  de  heridas,  se
           refugian  desde  el  campamento  hasta  la  ciudad.                  6  Ad­
           vertido de  esto  Varo,  y percatándose  del  pánico  del  ejér­
           cito,  habiendo  dejado  en  el  campamento  unas  cuantas
           tiendas  de  simulacro  y  un  corneta  de  mando, 6  a  todos
           los  demás,  hacia  la  tercera  vela, 6  los  mete  en  silencio  a
           la  plaza  fuerte.


              XXXVI.  1  Al  día  siguiente 1  Curión  dispuso  asediar
           Utica  y  ordenó  circunvalarla  con  un  foso.  Había  en  la
           ciudad  una  muchedumbre  desacostumbrada  a  la  guerra, 2
           por la larga duración de su inactividad;  los uticenses,3  por
           ciertos  favores  que  debían  a  César,  le  eran  adictísimos,
           y el  convento 4  de  ciudadanos,  que  se  dividía  en  diversos
           partidos, 5  alentaba  gran  terror  por  los  anteriores  com­

           bates.      2  Y  así,  ya  todos  hablaban  abiertamente  de  la
           rendición  y  porfiaban  con  Publio  Attio  a  fin  de  que  no
           pretendiera,  con  su  obstinación,  trastornar  el  bienestar
           de  todos.       3  Mientras  discurrían  sobre  estos  asuntos,
           llegaron  mensajeros  que  el  rey  Juba  había  mandado  por
           delante,  a  decir  que  él  se  hallaba  cercano,  con  grandes
           fuerzas y que los  exhortaba a la salvaguarda y a la defensa
           de la  ciudad;  circunstancia  que  tranquilizó  los  ánimos  de
           los  atemorizados  ciudadanos.


              XXXVII.            1  Se  informaba  lo  mismo  a  Curión, pero

           durante  algún  tiempo  no  le  podía  prestar  fe;  tanta  con­
            fianza  tenía  en  sus  propios  designios.            2  Ya  los  éxitos
           de César en Hispania habían llegado, a través  de emisarios
           y  por carta.  Por  todo  lo  cual, arrogante,  no  estimaba que
           el  rey  emprendería  nada  en  su  contra.               3  Pero  cuando
            supo, de  fuentes  fidedignas, que las tropas del rey distaban
            de  Utica  menos  de  veinticinco  millas,  abandonando  los
            trabajos  del  cerco,  se  concentró  en  Castra  Cornelia.


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